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GASPAR MEANA
Un hombre con vocación

Un hombre con vocación

A estas alturas ya sabemos que nuestro presidente es un acérrimo seguidor de Foster Wallace, en la aseveración de que hay que subsumir casi todos los rasgos de la vida humana en una única meta: la suya es la de 'atecharse' en el poder

Domingo, 9 de enero 2022, 21:42

Exuberancia o catastrofismo, pueden ustedes elegir cualquiera de las dos posturas para definir el estado de cosas en España, depende de su cuerda. El señor Sánchez está, evidentemente, abonado a la exuberancia. Analicemos dicha exuberancia, para eso estamos. A estas alturas, ya sabemos que nuestro ... presidente es un acérrimo seguidor de Foster Wallace en aquella aseveración de que hay que subsumir casi todos los otros rasgos de la vida humana a un único talento y a una única meta elegida. Wallace se refería a escribir, Sánchez se refiere a 'atecharse' en el poder. Resulta imposible no tener cierta admiración por quienes han encontrado su vocación. Sánchez siempre aguarda cómodamente a que le tiren centros medidos para rematar a puerta: el último, cuando se dio cuenta de que la forma de remozar el antiquísimo 'divide et impera' era no hacer nada ante el golpe pandémico. Tras su espantosa gestión de la peste, cuando en 2020 anunció la victoria sobre el virus, sonreía ampliamente, y todos sabemos por los Luthiers que quien es capaz de sonreír cuando todo le está saliendo mal es porque ya tiene pensado a quién echarle la culpa. Dicho y hecho: nada como azuzar las ganas de mandar de los sátrapas autonómicos y engañarles con la 'cogobernanza', es decir, con la responsabilidad por los muertos habidos y por haber. Sánchez, y esto no se puede negar, tiene sus ramalazos de genio: es lo que tiene la vocación total.

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