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Hace algunos años, escribí sobre los problemas con los que nos enfrentábamos los abuelos primerizos para adaptarnos al entorno que representaban las vacaciones veraniegas. En aquél primer proceso de adaptación, me había quedado con la sensación de haber superado la prueba: ya teníamos soltura suficiente ... para convivir con los nietos de modo relajado y divertido, pues además de estar a su cuidado y disfrutar de ellos, quedaba tiempo para dar los habituales paseos en bici o salir a cenar con los amigos.

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