En 2020 la Administración General del Estado compró 3.117 vehículos. El 97% eran diésel. Esto es, del tipo de combustible demonizado hasta la saciedad por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Recuerden que hace aproximadamente dos años dijo aquello de que «el diésel ... tenía los días contados». Sin embargo, como ven, en la actualidad, hasta en su ministerio lo siguen utilizando. Nuestra Empresa Municipal de Transportes (Emtusa) pasa por una mala situación económica. Resulta obvio que la pandemia la ha afectado sobremanera en la pérdida de viajeros. A las restricciones de movilidad impuestas, se une también el miedo a la utilización de los transportes colectivos. Para este año, el programa de inversiones contempla la adquisición de sólo dos nuevos vehículos. La cosa no da para más. Es decir, los planes para ir sustituyendo a los autobuses más viejos -y contaminantes, por tanto- tienen que esperar.
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De hecho, la posibilidad de incorporar microbuses con motorización eléctrica está a la espera de los fondos europeos El parque de este tipo de vehículos en Gijón es todavía muy pequeño. Para que se hagan una idea, los vehículos que tendrían etiqueta '0 emisiones' y 'ECO' están alrededor del medio millar. En cambio, los que no podrán acceder a la ciudad con la nueva Ordenanza de Movilidad por carecer de dispositivo ambiental superan los 65.000. Las cifras hablan por sí solas sobre el proceso de renovación y de la hipocresía que reina en las administraciones públicas: yo no lo hago, pero a ti te obligo.
El pasado domingo hubo una concentración de los vehículos afectados por la ordenanza. Fueron sobre unos 600 propietarios los que se quejaron de que el año que viene, sin ir más lejos, no podrán aparcar en la zona ORA y en 2026 se les prohibirá circular. Anteriormente, habían presentado 23.500 firmas en contra y promovido otra concentración el 20 de diciembre. Todo ello, para reivindicar el derecho a no tener que cambiar su coche a la fuerza en el peor momento posible. Así como poder disfrutar de un vehículo histórico que, normalmente, no se utiliza a diario, sino que representa un hobby. En cualquier caso, desconozco si desde el Ayuntamiento flexibilizarán esta norma que afecta sobre todo al entorno rural. Dependientes, bien es cierto, del vehículo particular para acceder a la ciudad. Lo más llamativo, repito, es que ni las propias administraciones cumplen las normas que ellas mismas dictan.
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