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No cabe duda de que el PP gijonés no es ni la sombra de lo que fue. En definitiva, el principal partido de la oposición en el Consistorio durante muchos años. Recuerden que en otros tiempos llegó a tener hasta 12 concejales, a punto de ... alcanzar esa mayoría de 14 que le hubiera permitido gobernar. En la actualidad, lleva dos legislaturas con tres ediles y ha acabado convertido en un partido menor. Con una presencia en la ciudad mínima, yo diría que casi nula. Siendo sobrepasado no sólo por su principal rival, el PSOE y toda la izquierda, sino por formaciones de su mismo espectro político. Es el caso de Ciudadanos e incluso Vox, que cerca estuvo de comerle la tostada electoral (dos concejales). En resumen, un panorama nada halagüeño que le lleva a andar arrastrándose por el suelo electoral. Ojo, si es que lo ha alcanzado.
Pues bien, la cuestión no es solo (que también) la inactividad y pachorra de su presidente gijonés, Mariano Marín. Hay otras muchas más cosas que comentar. Entre ellas, un fracaso electoral del que nadie ha asumido las culpas. El chasco de una candidatura nombrada a dedo desde Madrid y liderada por un 'paracaidista' que nada sabía de Gijón. De hecho, el número uno de la lista admitió que únicamente venía a la ciudad de vacaciones. Me refiero, naturalmente, a Alberto López-Asenjo, un auténtico desconocido -aún sigue siéndolo- para la gran mayoría de los gijoneses. Es más, sus intervenciones o propuestas son de corte funcionarial, limitándose a presumir de una excelsa agenda de contactos, adquirida como el alto representante del Estado que fue. Ahora bien, del sentir de la calle poco o nada sabe, porque le es completamente ajena. A eso tenemos que sumar la presencia de una medallista olímpica, la regatista Ángela Pumariega, cuya aportación ha sido muy escasa, junto con una veterana de la política como Ángeles Fernández-Ahúja. Sin lugar a dudas, un grupo municipal demasiado flojo como para pensar que pueda liderar nada. Por si fuera poco, Marín nunca se sintió cómodo y en sintonía con ellos puesto que su mentora, Mercedes Fernández, anda por el Senado disfrutando de una cómoda jubilación.
Tenemos, pues, que en la principal ciudad de nuestro paraíso natural la derecha está destartalada. Hecha unos zorros, algo que pretende cambiar la actual presidenta popular, Teresa Mallada. Dispuesta, por lo visto, a pedirle al bueno de Mariano que dimita, aunque éste no sea el único y mayor de los problemas. ¿Lo hará?
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