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Como podemos ver día a día en todos los medios de comunicación, estamos asistiendo de modo anticipado a la campaña electoral que los políticos están practicando, de modo previo a las próximas elecciones que tendrán lugar en el mes de mayo y que, si mal ... no recuerdo, nos va a costar a todos los ciudadanos ni mas ni menos que 140 millones de euros.
Nuestros políticos ya se desplazan por toda la geografía española para caldear el ambiente e ir solicitando el voto de los ciudadanos. Sin ningún programa político o, como mínimo, sin ningún programa de intenciones, sabedores de que vamos a acudir a las urnas como corderitos, empiezan a llenarnos de palabras huecas, de promesas de todo tipo, de críticas de unos partidos a otros, acusándose mutuamente de corrupción, de sectarismo o de lo que sea para desacreditar al enemigo.
En sentido contrario, ocultan que, para conseguir sus objetivos, están negociando con moros y cristianos y hasta con el propio diablo, para llegar o mantenerse en el poder, aunque esos pactos no ayuden en nada a los intereses de los ciudadanos, que son a los que habrían de representar. Sólo persiguen sus intereses personales y de sus partidos. En España, sin ningún problema, podríamos ahorrarnos esos 140 millones, que es lo que no va a costar esa campaña que, finalmente, no va a servir para nada al ciudadano de a pie.
Es un hecho que los partidos que gobiernan normalmente son los que van a ganar las elecciones y que sólo las pierden cuando lo hacen realmente mal o tienen un desgaste excesivo, y dan paso a la oposición. La realidad es esta y la oposición, sentada tranquilamente en sus escaños, sólo criticando al contrario, pero sin aportar ninguna iniciativa real, espera la oportunidad y llegar al poder para echar al rival.
Los discursos de nuestros políticos y politiquillos en muchos casos rozan la manifiesta patología del desdoblamiento de personalidad y se parecen a los personajes de la famosa novela de Stevenson, el doctor Jekyll y Mr. Hyde. Para sobrevivir en la política actúan como auténticos camaleones.
Una vez que el político llega al poder, deja atrás todo lo que prometía en sus discursos vacíos y sólo va a perseguir sus intereses personales y de partido. Como se dice vulgarmente 'puedo prometer y prometo, hasta que la meto, pero una vez metido (en este caso la papeleta en la urna) me olvido de lo prometido'.
No importa, consideran que los votantes somos como mansos corderitos y que vamos a votar eslóganes de campaña o siglas de PSOE, PP, IU, Podemos, VOX o lo que sea, porque es lo que nos queremos creer. Y nos queremos creer los múltiples gestos que utilizan subidos en los atriles, para dar sensación de veracidad a las reiteradas mentiras que cuentan.
Como dicen en Andalucía, 'no se puede estar en misa y repicando a la vez', pero, milagrosamente, los políticos lo consiguen. Pueden estar con las víctimas del terrorismo y a la vez apoyar a los terroristas. Pueden estar con la unidad de España y a la vez pactar con los independentistas. Son disociaciones harto complicadas, pero ellos lo consiguen. ¿Saben realmente quiénes son y dónde están?
Creo que ya es hora de que los ciudadanos dejemos de oír cantos de sirena y empecemos a exigir a los políticos que cumplan sus promesas electorales y que, si no las cumplen, los mandemos a sus casas para que se ganen el sueldo como cualquier ciudadano de a pie tiene que hacer para vivir. Tenemos acumulada una deuda pública de 1,5 billones de euros, así que mandemos a los políticos a sus casas y que sean profesionales de la gestión los que nos gobiernen. ¿Será mucho pedir?
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