Tiempo atrás he escrito algunos artículos en los que hablaba de la necesidad que tenemos de que nos lleguen inmigrantes, debido al declive demográfico que presenta España y que, de modo concreto en Asturias, resulta inquietante, como consecuencia de que cada año se vienen perdiendo ... 2.700 habitantes. Y, además, la población cada vez está más envejecida.
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Guste o no guste a muchos ciudadanos, que dicen que los extranjeros vienen a quitarnos el trabajo, yo sostengo que los necesitamos, ya que llegan a nosotros con unos perfiles profesionales adecuados para cubrir esos puestos de trabajo que, aun con todo el nivel de desempleo que tenemos, no son cubiertos por españoles, que los están rechazando claramente (servicio doméstico, agricultura, ganadería, hostelería, chóferes...). Además, el ciudadano tiene que saber que cuando un extranjero llega a España, legalmente sólo puede ser empleado en aquellas actividades que el Instituto Nacional de Empleo, trimestralmente, cataloga como 'profesiones de difícil ocupación', que son los puestos de trabajo que no se cubren, porque no hay trabajadores españoles dispuestos a aceptarlos.
Por ello, a mi juicio lo que hay que propiciar es que nos lleguen inmigrantes y en esta línea no hablo de abrir fronteras para que nos llegue todo tipo de inmigración irregular, sino que nuestros gobernantes faciliten la entrada en nuestra economía de inmigrantes 'regulares', dispuestos a ocupar esos puestos de trabajo que existen en el catálogo de profesiones de difícil ocupación, y con ello contribuir a que nuestra economía funcione.
Las oficinas de extranjería que hay en todas las comunidades autónomas son las competentes para otorgar permisos de trabajo, residencia, la nacionalidad, etcétera. Es en ellas donde los empleadores y candidatos a empleo extranjeros han de solicitar el correspondiente permiso. El grave problema que existe es que estas oficinas no tienen los suficientes recursos materiales y humamos y, como consecuencia de ello, se generan enormes demoras de meses y meses para conseguir una cita. Estas grandes demoras han provocado que diferentes profesionales, a cambio de una remuneración económica, se dediquen a conseguir citas en cualquier comunidad autónoma.
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A modo de ejemplo, conozco el caso de una familia que quería contratar de forma indefinida a una chica sudamericana como empleada de hogar. Pasados varios meses sin conseguir cita en la oficina de Oviedo, esta chica entra en contacto con un asesor, al que le paga 300 euros, y este le consigue cita en la oficina de Santander para dentro de tres meses. Transcurrido ese periodo, viaja a Santander y allí inicia los trámites necesarios, algo que resulta harto difícil, ya que el empleador que suscribe el contrato de trabajo reside en Oviedo. Transcurren otros seis meses mas y el empleador, harto de esperar, decide cerrar el caso y buscar a otra trabajadora que tenga papeles. Añadidamente, la candidata se ha gastado una buena cantidad de dinero en desplazamientos inútiles.
¿Cuál es el problema? Que esa enorme burocracia de las oficinas de extranjería está provocando que se estén contratando en negro, de modo irregular, a trabajadores sin papeles y eso en nada contribuye a la sostenibilidad de nuestra economía.
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Por ello, yo propongo a nuestros gobernantes que, de modo inmediato, doten a las oficinas de extranjería de todos los medios y recursos necesarios, para agilizar los procesos y para facilitar que las personas inmigrantes obtengan los necesarios permisos de trabajo. Nosotros necesitamos a esos inmigrantes regulares. Nuestra economía los necesita.
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