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Soy un 'fascista'. Eso es de lo que me han acusado algunos ciudadanos que se confiesan republicanos, de izquierdas y demócratas, con los que he ... mantenido un debate epistolar provocado por un comentario que he hecho en un grupo de una red social, que defiende una justicia imparcial.
Soy un fascista porque a una maleducada interpelación de unos ciudadanos que me preguntaron ¿a qué jugamos, Guillermito?, les contesté: «Jugamos a una justicia imparcial, no politizada, independiente y sometida al estado de derecho. ¿Es poco? Y para conseguirla no son buenos los movimientos interesados, sean de un partido o de otro, ya que por esas vías no lo conseguiremos». Esos ciudadanos respondieron contundentemente diciendo que todos los que opinábamos que había que dejar actuar a los jueces éramos unos fascistas.
Soy un fascista porque estuve obligado a ir al servicio militar y allí, como era de rigor en las formaciones, tuve que decir «Viva Franco. Arriba España». Claro que o me unía a la manifestación, o me llevaban a una prisión militar condenado por desacato. En cambio, los ciudadanos que ahora me tildan de fascista, en unos casos fueron a la mili igual que yo, hicieron lo mismo que yo, pero ahora reniegan de ello. En otros casos, fueron liberados de la mili porque tenían pies planos, o porque tenían un buen enchufe. Pero ellos no son fascistas.
Soy un fascista porque estudié Derecho y el título, como era obligado, lo otorgó el caudillo de España por la gracia de Dios y porque para ejercer la profesión tuve que jurar las Leyes Fundamentales del Estado. En ese convulso periodo universitario corrí delante de los grises, sufrí algunas detenciones y me dieron unos cuantos toletazos. En cambio, algunos de esos que ahora me acusan de fascista, mientras yo corría delante de los grises estaban escondiditos y calladitos en sus casitas. Ahora algunos de esos que no daban la cara en ninguna manifestación estudiantil contra el régimen, son diputados, senadores o concejales de IU o el PSOE y me acusan de fascista.
Soy un fascista porque mi padre participó en la guerra civil en el bando republicano y terminó en un campo de concentración. Soy un fascista porque mi abuelo paterno desapareció en esa fratricida guerra, y ahora puede que esté en algunas de esas tumbas que quiere recuperar la Memoria Histórica. Soy un fascista porque mi abuelo materno se hartó de cavar trincheras en el frente republicano. Y, ahora, algunos de esos ciudadanos que tenían padres funcionarios del régimen, que iban a campamentos de la OJE, que nunca dieron un palo al agua, que ahora viven de los presupuestos del Estado o de esas estupendas prejubilaciones que consiguieron los sindicatos, me dicen que yo soy un fascista por decir que hay que dejar que los jueces juzguen.
Vamos a ver, gentes iletradas que presumís de ser de izquierdas, que queréis defender lo indefendible, enarbolando como eslogan la persecución del franquismo, que acusáis de fascista a todo aquél que no piense como vosotros, que perdéis la visión global y sólo os enrocáis en vuestras obtusas ideas: ¿por qué os empeñáis en volver atrás? ¿Por qué os empeñáis en volver al frentismo que nos llevó a una guerra civil? ¿Por qué acusáis de fascistas cuando vuestra actitud es totalitaria, antidemocrática y excluyente? ¿Por qué no aceptáis que tenemos que entendernos? ¿Por qué no aceptáis que el mundo evoluciona y nosotros también tenemos que avanzar y no retroceder? ¿Por qué no aceptáis que la democracia es diálogo, compromiso y pacto? ¿En qué país vivimos?
Lo siento, pero hoy estoy cabreado, muy cabreado, y en modo alguno puedo aceptar ese atributo insultante de alguien que tiene que aplicárselo a sí mismo. Fascistas o dictadores son los que quieren obligarte a que pienses como ellos. La democracia es otra cosa, señores totalitarios.
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