Decía el chino Sun Tzú, en su magistral obra 'El arte de la guerra', que «La verdadera guerra no se disputa en el campo de batalla» y eso se evidencia ahora en el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, ya que las armas que ha ... puesto en liza Occidente contra Rusia son, fundamentalmente, de tipo financiero. La situación del Kremlim podría volverse complicada en las próximas fechas, debido al impacto que dichas medidas financieras van a tener en la población rusa y en magnates y oligarcas rusos que viven en el exterior.

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Entre las medidas destaca el hecho de sacar a casi todo el sistema financiero ruso del sistema Switf, el cual consiste en un sistema de mensajería para la banca mundial que permite comunicar operaciones. Es decir, que los bancos rusos salgan del Switf no les impide operar, pero sí aumenta los costes y ralentiza las operaciones. Por otra parte, han prohibido a Rusia acceder a los fondos que el Banco Central moscovita tiene en otros bancos centrales, como el de la UE, el del Reino Unido y el de Estados Unidos. Previsoramente, el Gobierno de Putin había acumulado reservas de divisas, pero esas pueden durar tanto como el agua que tiene un niño en la playa en un caldero con agujeros. O sea, nada. El rublo ruso se ha desplomado pasando en pocos días de cambiarse un euro por 75 rublos a un cambio de 122 rublos por euro.

Otra medida muy impactante ha sido el que las agencias de calificación crediticia Moody's y Fitch hayan rebajado el nivel de la deuda rusa a la categoría de Bono Basura, aunque esa medida puede ser muy discutible ya que quien la toma es juez y parte porque dichas agencias pertenecen al bando occidental.

Para frenar las fugas de dinero entre la población rusa, el Gobierno de Putin ha subido el tipo de interés al 20%, en un intento de mantener a los ahorradores avaros, pero incautos, atrapados. Algo así como aquella fábula que decía «a un panal de rica miel, dos mil moscas acudieron y por golosas murieron, presas de patas en él». El panal hoy son los depósitos en bancos rusos y la miel el 20% de intereses que sus ahorradores esperan percibir, pero, de momento, ya hay colas en los cajeros automáticos. Por otra parte, Moscú ha prohibido radicalmente la salida de divisas del país en un intento de frenar la sangría que se avecina, y ha cerrado de forma cautelar la Bolsa Rusa para evitar un desplome sin precedentes. No obstante, las acciones rusas que cotizan en mercados como el londinense han sufrido unas caídas brutales en pocos días, en algunos casos superiores al 90%, lo cual indica lo que va a ocurrir cuando la bolsa moscovita reabra sus puertas. Como consecuencia de la falta de liquidez de las acciones que cotizan en la Bolsa de Moscú, todos los fondos que tienen acciones en dicho mercado están congelando las retiradas de dinero ya que no pueden garantizar la liquidez de dichas operaciones.

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Pero, también Rusia juega sus bazas. Así, por ejemplo, puede cortar el suministro de materias primas y energía a Occidente. Hay que tener en cuenta que el 45% de las compras de gas que hace Europa proceden de Rusia, con lo cual el precio de la energía podría encarecerse de forma drástica. Y eso sucede en un entorno en el cual la inflación que hay en España ya es del 7,4%. Por otra parte, Rusia cuenta con el apoyo tibio y zorro de China, país que está viendo la corrida desde la barrera, esperando para ocupar el trono mundial.

En cualquier caso, no hay que subestimar a Rusia, un país que si bien es cierto que tiene un PIB que es poco mayor que el de Italia y que cuenta solo con 144 millones de habitantes, tiene una extensión que es 36 veces la que de España, así como un gran poder armamentístico, y que en un futuro podría contar con una ventaja diferencial como es la navegación por el Ártico cuando el deshielo avance un poco más. Abrir el Océano Ártico a la navegación supondría una riqueza inmensa para esa zona y situaría a Rusia en el eje del nuevo foco mundial, al igual que ahora lo es el Pacífico.

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Lo que sí parece claro es que el timorato Occidente, carente de líderes que tengan magnetismo, está jugando sus bazas financieras y que busca atacar por la retaguardia, generando descontento en la población rusa y en sus oligarcas financieros, los cuales podrían tratar de derribar a Putin en un futuro no muy lejano. La puesta en venta del Chelsea de Abramovich, el cual es rico hasta en nacionalidades, ya que es ruso, israelí y portugués, es un botón de muestra de lo que sucederá en el futuro, puesto que hoy la marca rusa es mal recibida en Occidente.

Dicen los economistas de la Escuela Conductual, como Kahneman, Ariely, Tversky, Smith, etc., que «el ser humano tiende a simplificar la realidad para poder tomar decisiones operativas, aunque erróneas». Por eso, existe el maniqueísmo, doctrina o línea de pensamiento que consiste en clasificar las cosas como buenas o malas, sin término medio y sin matices. Y ahora, la buena es Ucrania y la mala Rusia, aunque la gente de a pie carecemos de todo tipo de información respecto a lo que está pasando allí y a lo que lleva pasando desde hace tiempo en Crimea. Las cosas no son así de fáciles ni de simples. Pero, cuando las cosas se ponen feas, lo importante no es quién tiene razón, sino con qué bando tiene uno que estar.

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La importancia de este 'conflicto', como eufemísticamente se le llama, es tal que ha sido capaz de desplazar de los informativos al monotema del covid, que polarizó todas las informaciones durante dos años enteros. O sea, que algo gordo se está cociendo. Quizá, estemos ante el inicio de una nueva Guerra Fría, pero esta vez entre Occidente y China, y me temo que este rival va a ser más duro de pelar que lo fue la extinta URSS o CCCP, como ponían aquellas camisetas con las que el equipo soviético jugaba a fútbol y en el que destacaba aquel genial jugador, rubio y de ojos rasgados, llamado Oleg Blokhine, que precisamente era ucraniano. Cosas de la vida.

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