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Verán, todas las ordenanzas de movilidad municipales que hemos tenido primaron al peatón y el transporte público. Eso no representa ninguna novedad, ya que es una tendencia clara en las ciudades. En realidad, la que estuvo vigente desde 2002 hasta esta semana, compartía muchos de ... los objetivos de la nueva norma. Es decir, de aquella también se hablaba de más peatonalizaciones, de ganar espacio para el ciclista y de un Gijón menos contaminado por la polución.
Sin embargo, la Ordenanza de Movilidad Sostenible que se aprobó el pasado miércoles en el Pleno tiene una diferencia: pretende erradicar una manera de moverse por el concejo de Gijón, o sea, al coche. Esto es, hacerle la vida imposible para que todo el mundo tenga que amoldarse a lo que a la concejalía del ramo le mola. A la postre, que vayamos andando, en bicicleta, patinete o artilugios de toda laya y nueva creación. Cualquiera, menos el vehículo particular.
En este sentido, la puesta en marcha de esta ordenanza ya viene de lejos. Desde luego, mucho antes de que se aprobara. La conocida como 'movilidad táctica' ha sido la avanzadilla hasta que ha adquirido soporte legal. Díganme si no, por qué tenemos las vías pintadas con carriles a 30 kilómetros por hora absurdos y peligrosos, o por qué eso de crear correderos peatonales hacia la playa que nunca nadie necesitó, o el símbolo de estos nuevos tiempos: la obra del 'cascayu' en el Muro.
Por tanto, lo único que se hizo en el Pleno fue declarar a Gijón oficialmente como ciudad no grata para el vehículo particular. Y lo es, porque donde antes no había atascos ahora los hay en abundancia. Por ejemplo, en ese carril rodado de Rufo Rendueles y barrios adyacentes donde son diarios. Nota: ni es verano, ni hay turistas a la vista, como dijo en su día el edil responsable, Aurelio Martín, para justificarlos. También porque no se puede aparcar, puesto que la eliminación de plazas ha sido sistemática y sin alternativas. O porque, simplemente, dentro de poco ya no podrán ni entrar cuando se creen las zonas de bajas emisiones.
Ahora bien, si decíamos que las distintas normas municipales siempre han declarado la guerra al coche, es un hecho que ninguna la ha ganado. Sigue siendo una forma de movilidad muy importante y es previsible que siga así, por más obstáculos que se le pongan.
Nuestra libertad para elegir un medio de transporte sigue estando ahí. Al menos, de momento.
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