Como si no hubiera suficientes agujeros, nuestros gestores hacen sentir su poder abriendo nuevas trincheras. La discordia, aunque no proporcione votos, asegura los de la propia parroquia. Mientras hablamos de toros olvidamos el tren, el saneamiento o la contaminación. Es uno de esos debates tan ... españoles en los que está prohibido matizar, algo muy democrático, en pos de una voladura incontrolada del pasado para adaptarlo a nuestras fantasías. Caminamos hacia un mundo feliz con cámaras que memorizan matriculas, en el que desaparecerá el humor, para que nadie se ofenda. Será imposible escribir novelas con pasiones turbulentas que desplacen a la moral y las buenas costumbres o en las que cualquier minoría se pueda sentir juzgada. Para estos fariseos de nuevo cuño que aspiran a deconstruir el edificio cultural sin proponer alternativas, parece que la ficción incita a la acción. Olvidémonos de los espejos poco favorecedores de Sófocles o Esquilo, proscribamos la obra de drogadictos y misóginos como Baudelaire o Rimbaud. «Blando con las espigas y tierno con las espuelas», Lorca lleva demasiados años en una tierra que no merece -él que era toda luz- haciendo el papel de mártir necesario y mineral. Mientras nos atribuimos la memoria de su ausencia olvidamos la falta de atención presencial en la administración y la sanidad, ignorando de paso los versos que de su pluma no interesan: «La luna de par en par. Caballo de nubes quietas y la plaza gris del sueño con sauces en las barreras». Quedémonos con la flor, como capullos, y escupamos las espinas, cambiemos el mundo real, dibujando una réplica con nuestros flamantes lápices de colores y él cambiará solo mágicamente.

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Imagine como John Lennon fue capaz de escribir en una canción «prefiero verte muerta, chiquilla, a que estés con otro hombre». Expurguemos las emociones negativas de la creación y así tal vez, por arte de magia, desaparecerán en un océano de bellos sentimientos. Los chicos dejarán de ser unos psicópatas y ellas unas arpías. Condenemos a los asesinos para después dejarlos salir por razones humanitarias, como si un daño eterno no mereciera una prisión permanente. Desde las alturas nos dicen quién es grillo o cucaracha. Los insectos acabaran sustituyendo a la carne como aporte de proteínas, a causa del impacto ambiental de la ganadería intensiva, pero los privilegiados seguirán comiendo lo que les plazca. Después de tragarnos tantos sapos y culebras ya estamos listos para alimentarnos de saltamontes, grillos y cucarachas, todo por el bien de un planeta que nos están expropiando. Estos días de furor me acercan a unas palabras de Gómez de la Serna: «Los tiempos están tan malos que he decidido hablar solo». Mientras nadie me conteste no pasa nada.

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