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Los presupuestos del Principado para 2021 tienen una fácil aceptación por parte del resto de grupos. Las mayores cuentas de la historia de Asturias (5.237 millones de euros) están basadas en la filosofía del gasto. Algo que ha traído consigo esta pandemia. No es ... el momento, pues, de ponerse a mirar en qué recortar, sino todo lo contrario: incrementar el expendio público como si no hubiese mañana. Tendencia que ratifica el proyecto estatal de Pedro Sánchez y bendice Bruselas. Por tanto, nadie se para a pensar que la deuda asturiana subirá, según previsiones del Ejecutivo de Adrián Barbón, bastante por encima de los 5.000 millones de euros. O sea, más de lo que representa el actual presupuesto (4.757 millones) que en unos días finaliza. Ahora, sin duda, lo importante es sacar a numerosos sectores de la ruina en que el coronavirus los ha dejado. El cómo se pagará esta fiesta, en fin, ya lo veremos. Aunque les anticipo una cosa: las deudas, al final, siempre hay que acabar por saldarlas. Además, generan una inercia peligrosa. Mucho de este gasto que se va a aprobar es estructural, no coyuntural: llega para quedarse y seguir condicionando el futuro las cuentas públicas asturianas. En definitiva, nada es gratis.
Dicho esto, hay que hacer también una lectura política, en el sentido de que están sirviendo a cada partido para posicionarse. Es lo que le está pasando, sin ir más lejos, en la oposición. Mientras el acuerdo del PSOE e IU parece sólido, el resto está poniendo rumbo hacia otros espacios. Es el caso, por ejemplo, de Foro donde ha marcado un rumbo asturianista con tendencia hacia el centro-izquierda, al apoyar con un único diputado a los socialistas. La misma ruta a estribor que Ciudadanos al renunciar a presentar una enmienda a la totalidad. En Podemos, dentro de su guerra interna, no ven mal negociar un acuerdo presupuestario y alejarse de lo que fueron siempre críticas feroces. El PP rechaza el proyecto no una, sino tres veces, intentando evitar el dardo anzuelo que lanzó Vox. De hecho, este partido quiere seguir comiéndole terreno en su particular batalla por la derecha. Se ha posicionado claramente en contra sin ambages y les invita a seguirlos. Vamos, el famoso discurso de la «derechita cobarde». Veremos cómo entiende el electorado estos cambios de estrategia, en algunos casos casi giros copernicanos. Repito: nada es gratis.
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