Los grandes perdedores de la pandemia
ISABEL MORO
Jueves, 25 de febrero 2021, 02:52
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ISABEL MORO
Jueves, 25 de febrero 2021, 02:52
Todos podemos considerarnos perdedores en esta gran pandemia. Unos más, eso sí, y otros menos. No haberse contagiado puede ser ya una pequeña victoria, aunque no podamos aún cantarla. Pero hay un grupo, con independencia de los daños económicos colaterales que son muy grandes y ... dolosos, digo que hay un grupo que, aún en el caso de no haber perdido la vida, lo más triste, han perdido el último tramo de la misma: los ancianos. Han perdido la poca ilusión que les quedaba, que las más de las veces consistía en tener cerca y poder abrazar, a sus hijos y a sus nietos. Ha sido un año de soledad, de aislamiento, de pérdida del contacto social. Y, además, en la mayor parte de los casos sin entender las razones que les privaban de cualquier atisbo de libertad. Esa libertad de la que por edad iban siendo privados poco a poco. Unas veces porque las piernas ya no respondían y caminar era difícil, otras porque su memoria les hacía dependientes de unas órdenes precisas para tomar su medicación, para hacer aquello que debían para permanecer activos: reuniones, conversaciones, algún café con las amigas, juegos, pequeñas tablas de gimnasia: todo se fue al garete.
Acabo de leer el libro 'Hasta aquí hemos llegado', del escritor Antonio Fontana y Premio Café Gijón 2020, que como recoge el jurado en su veredicto es «una visión tan sutil como insólita de la ancianidad». Se desarrolla en una residencia de ancianos y refleja muy bien, entre tragicomedia y realidad, lo que allí se cuece a diario. Se trata de plasmar las a veces incongruencias y otras cruda realidad de quienes pasan sus últimos días en una residencia. En mis frecuentes visitas a esos centros, siempre me parecen almacenes de viejos y que me perdonen por sentirlo así, suelo observar a quienes allí viven. Y mientras unos tratan de adaptarse, otros, cansados ya de intentarlo, desvarían y se sumen en esos recuerdos que ya, por la edad, son capaces de manifestar sin paliativos, con toda la crudeza que la vida les ha impuesto. Con mucha dureza y casi siempre con demasiados silencios. Les recomiendo el libro, si quieren entender un poco mejor ese final difícil de sobrellevar en ocasiones y siempre perdedor, porque todos sabemos lo que hay detrás.
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