¿Qué está pasando? Esa es la pregunta que se formula todo el mundo. Las cadenas de suministro se han roto y se están produciendo grandes demoras en la entrega de muchos productos e incluso en algunos países hay rumores y temores de que pueda ... llegar a haber escasez de productos básicos. Grandes puertos mundiales occidentales como Los Ángeles o Rotterdam ven cómo los buques sufren grandes demoras por falta de algo tan básico como personal de transporte y de carga y descarga. La empresa RBC Elements, publicó un estudio en el que se ve que el 77% de los puertos están sufriendo atascos y demoras anormalmente largos.

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Los precios suben sin cesar y la carestía de las materias primas y de los componentes energéticos se incorpora, a su vez, a los procesos productivos y eso hace que se genere una espiral inflacionista difícil de detener. A eso hay que añadir que los bancos centrales (FED y BCE) inundaron de liquidez los mercados para evitar un shock en los mercados de renta fija y ahora toda esa liquidez genera más y más presión inflacionista.

Vivimos momentos que dejan al ciudadano perplejo. En países como Austria, Suiza, etc. se están dando consejos a la población para poder afrontar un escenario de gran apagón eléctrico, pero resulta que a la vez desde todo tipo de gobiernos e instituciones nos empujan a comprar coches eléctricos. Evidentemente, esto es incoherente y no tiene ningún sentido. Occidente entero es una esquizofrenia social. Todo el mundo se siente muy ecológico y repudia la energía nuclear, pero nadie busca alternativas energéticas que tengan un coste razonable. Todo el mundo quiere proteger al planeta, pero esas mismas personas se apuntan a cualquier novedad tecnológica que surja y consumen energía de forma desaforada, contribuyendo a generar el mismo problema por el cual dicen estar preocupadas.

Entidades como JP Morgan advierten de la existencia de un bucle muy peligroso ya que la demora en la entrega de suministros de materias primas genera escasez y aumento de precios y el consumidor ante esa perspectiva trata de anticipar sus compras para intentar eludir la próxima subida de precios con lo cual el problema se acentúa.

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Desde los tiempos del ilustre economista londinense David Ricardo está demostrada la gran ventaja de la especialización, con lo cual cada país debería de producir aquello que puede hacer mejor y con los beneficios que obtiene comprar todo lo demás. Pero, las cosas no son así de fáciles porque eso genera dependencia en sectores estratégicos y fundamentales como se está viendo ahora ya que Occidente depende de Asia para todo. La fabricación de coches en España está casi detenida por la falta de chips procedentes de China. Occidente ya no es autosuficiente ni en alimentos.

Por cierto, hablando de los principales puertos mundiales ninguno es occidental. Encabeza la lista el de Shanghai en China, en segundo lugar figura Singapur, y el tercero es el de Shenzhen también chino. A continuación en cuarto y quinto lugar aparecen Ningbo-Zhoushan y Guangzhou también chinos. La sexta posición es para el puerto de Busan en Corea del Sur, seguido por el de Hong Kong y el de Quingdao, también chino. Otro puerto chino, el de Tianjin ocupa la novena posición y cierra la lista el puerto de Emiratos Árabes, Jebel Alí. Esa lista es elocuente y demoledora. El FMI (Fondo Monetario Internacional) también publicó un gráfico muy ilustrativo donde se ve que las demoras en el periodo de entrega por parte de los proveedores están llegando a niveles propios de una situación bélica.

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Todo ello indica que Occidente es una entelequia en la que se pierde el tiempo de forma lamentable. Se ha abandonado el valor de la excelencia, de los conocimientos, el valor del sacrificio y de la responsabilidad. En tiempos de bonanza incluso con semejante forma de pensar que es una lacra, el coche caminaba por inercia, pero en una situación de crisis como la actual provocada por un fenómeno impredecible como el covid que cortocircuita las relaciones humanas, los viajes y la producción un planteamiento tan débil y pusilánime como el que tiene Occidente está condenado a un fracaso estrepitoso. La autarquía conduce al estancamiento, pero la especialización extrema abandonando industrias estratégicas en manos del poder económico asiático nos hizo dependientes y esclavos suyos. Si a eso añadimos, la decrepitud moral y política que vivimos, preocupados por problemas ficticios e irreales que solo sirven para dividir al ciudadano, el cóctel molotov está servido.

Esto me recuerda al típico nieto que se siente muy moderno y solidario y cuestiona la forma en la que su abuelo amasó un pequeño patrimonio, pero resulta que él vive sin dar palo al agua… aunque a costa de los ahorros del abuelo. O sea, el colmo de la hipocresía. Creo que en Occidente el 'Gran Apagón' no es sólo eléctrico, sino sobre todo moral y ético. Para ser solidarios primero hay que producir.

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