![Gordon Gekko y las materias primas](https://s3.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/202210/02/media/tribuna.jpg)
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Una de las principales reglas de la empresa de trading Philipp Brothers, era que los negocios son la máxima prioridad y la política no es un negocio. Parece uno de esos adagios que manejaba el célebre Gordon Gekko en 'Wall Street' (1987), como los famosos « ... si quieres un amigo, te compras un perro», «un tonto y su dinero no están mucho tiempo juntos» o «yo no creo riqueza. Yo la poseo». Realmente, en esa línea se encuentran los personajes y empresas que convocaremos hoy. Hablamos de los recursos estratégicos, petróleo y derivados, gas, productos agrícolas, metales… Todo lo que mueve el mundo, y quienes mueven lo que mueve el mundo, buscavidas del capitalismo global, con caracteres despiadados y, en ocasiones, mucho encanto personal. Los nombres de las empresas y sus gladiadores son legendarios en su entorno, la misma Philipp Brothers, Marc Rich, Glencore, Trafigura, Vitol, Cargill… Y sus mercenarios, Marc Rich, John Deuss, Ian Taylor… Todos trasuntos aventajados de Gordon Gekko, todos considerando que «la información es lo más valioso del mundo», y que «lo que importa es el dinero, el resto es conversación».
Los comerciantes de materias primas son ventajistas, explotan las diferencias de precios: compran trigo en una punta del mundo y lo colocan en otra. Trigo o pelotas de ping pong, lo que sea. Dentro de ello, está el riesgo, la adrenalina. Se juega también con el componente histórico, las nacionalizaciones de recursos de los países de Oriente Próximo, la caída de la URSS, el crecimiento económico de China, la globalización de las finanzas. En 2019, las cuatro mayores empresas comercializadoras de materias primas facturaron 725.000 millones de dólares, más que las exportaciones totales de Japón. En 2011, los beneficios combinados de las tres mayores compañías de materias primas superaron a Apple y Coca-Cola. Y volvemos a Gekko: «La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena; es necesaria y funciona. La codicia clarifica y capta la esencia del espíritu de evolución. La codicia en todas sus formas: la codicia de vivir, de saber, de amor, de dinero; es lo que ha marcado la vida de la humanidad… La codicia es buena. La codicia está bien. La codicia funciona. La codicia se abre camino, aclara y captura la esencia del espíritu evolucionario».
Javier Blas y Jack Farchy nos cuentan una historia épica e inclemente en 'El mundo en venta. La cara oculta del negocio de las materias primas' (Península). La historia de la ambición de unos hombres capaces de hacer negocios en medio de la guerra de Libia, adentrarse en la Unión Soviética cuando estaba prohibido hacer negocio con los comunistas o conseguir que Irán e Israel lleguen a un acuerdo con el petróleo como elemento amoroso en esta relación inverosímil. A medida que se pasan las páginas de este documentadísimo ensayo, las contradicciones se acumulan: metal soviético que alimenta el arsenal americano, funcionarios rusos que compran cosechas enteras de trigo gringo, comerciantes de petróleo que sostienen la industria del turismo cubana o que salvan a países enteros de quebrar (Jamaica), aventureros que suministran oro negro a Sudáfrica durante el apartheid. Las historias son tan apasionantes como inauditas; los protagonistas, tan arrojados como inexorables; los ascensos, tan vertiginosos como brutales son las caídas.
Es la historia del mundo, cuya sangre es el crudo, el trigo, el aluminio, el gas, el maíz, la carne… las famosas commodities. «Lo importante no es poseer, sino tener acceso», dice el patriarca Gekko. «Lo malo del dinero es que te obliga a hacer cosas que no quieres hacer», recuerda el dinosaurio Gekko. «Los ideales tienen el poder de matar cualquier negocio», comenta el incombustible Gekko. Y la historia del mundo se nutre de historias de frontera, el capitalismo coge velocidad, se crea un feroz mercado en Rotterdam donde se fijan los precios del petróleo, los BRIC crecen con avidez, Enron se despeña, los oligarcas se compran equipos de fútbol y la mitad de Londres. Zinc, níquel, cobre, plata, avena, leche, carbón… todo alimenta la caldera mundial. «Mejor cortar cuellos que cortar medios de vida», dice un refrán iraquí.
¿Que se necesita desviar petróleo hacia países prohibidos? Se crea una empresa pantalla en Burundi. Las cosas se hacen con simples llamadas de teléfono desde anodinos edificios en ciudades suizas. O se recibe a los clientes en yates anclados en Bermudas, con la cubierta llena de chicas en bikini, como un villano de James Bond. «Los fuertes aplastan a los débiles, así es como funciona esto», dice Gekko mientras paladea un Cohiba. Se lanzan los productos financieros, que permiten a los mercaderes apostar por el precio de barriles de petróleo virtuales (barriles de papel). El Juego se expande. Se vuelve más grande, pero también más peligroso, mercados derivados, opciones sobre opciones, productos que ya nadie entiende. Ahora sí que viene el lobo. Y Gekko te da su último aviso: «Ella se acuesta en la cama, a tu lado cada noche. Está junto a ti, con un ojo abierto. El dinero es una perra que nunca duerme. Es celosa, y si no la cuidas y le pones atención de cerca, te despertarás por la mañana y tal vez se haya ido para siempre».
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