Activo y entusiasta, Carlos María Meana Arduengo, profesor mercantil y de educación física, fue un destacado deportista en varias especialidades, aunque sobresalía en baloncesto en todas sus facetas: jugador, promotor, activista, directivo y entrenador ocasional... Gracias a él, y de la mano del recordado preparador ... José Antonio Roncero, el Grupo de Cultura Covadonga llegó a cotas muy altas en el baloncesto. Asimismo, impulsó este deporte en su querido colegio de la Inmaculada de Gijón, como gran apoyo del padre Pachi Cuesta. Fundó y dirigió el desaparecido Gijón Baloncesto. Contando siempre, entre otros, con la incomparable ayuda de sus 'amigos del alma': Dionisio Viña, Fernando Rodríguez y Fernando Ruiz... A sus alumnos de la Universidad Laboral, en las clases de educación física o actividades en la naturaleza, siempre les instruyó no solo en el aprendizaje de conocimientos o el necesario ejercicio físico y educación ambiental, sino también en la formación humana, por encima de todo. Como un amigo, padre o hermano. Eso también lo hizo en sus estancias veraniegas en el campamento zamorano de Monte La Reina, como aspirante a oficial de Complemento en las Milicias Universitarias de hace medio siglo.
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En su permanencia como alférez, en el veterano Regimiento de Infantería Soria (el más antiguo de Europa), por entonces de guarnición en Sevilla y Cáceres, gracias a él los reclutas no solo tenían formación militar, también ilustrativas enseñanzas de alfabetización y cultura general, con amenas clases. Y también deporte, porque allí creó un buen equipo de baloncesto, que él mismo entrenaba en su tiempo libre. Donde él estaba florecían el deporte, la cultura y la humanidad.
Estaba casado con María José Fernández, con la que tuvo cuatro hijos. Con ella impulsó el comercio de moda femenina Meana, una de las tiendas más emblemáticas de Gijón; primero situada en la plaza del Instituto (El Parchís) y en los últimos años en la calle San Agustín.
Carlos también trabajó para hermanar y unir aún más a su familia y, junto con su prima-hermana, la profesora ya fallecida del colegio gijonés de la Inmaculada Begoña Canga Meana, organizaba las populares 'excursiones de los Meana', en alguna ocasión con hasta 70 caminantes y siempre por el entorno de la Montaña de Covadonga.
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Su familia era para él lo más importante. En época reciente apoyó en especial a su hijo menor, Gabriel, como él buen tenista, formado en el Club de Tenis de Gijón, ganador de varios trofeos en España y ahora en Estados Unidos...
Carlos fue, en todo, un hombre ejemplar.
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