La Universidad tiene un nuevo rector. Ignacio Villaverde, un catedrático enraizado en la mejor tradición jurídica de las aulas asturianas, pero consciente de que los laureles del pasado deben servir para construir el futuro. Llega al rectorado con un respaldo sólido, que en los tiempos ... de las redes sociales, los mensajes eslogan y las píldoras de la sabiduría, se ha ganado con artículos reflexivos, respuestas sinceras y alianzas tejidas con persuasión. Aferrado a un discurso que jamás le hubieran aconsejado los inefables gurús electorales, ha convencido de que tocaba un cambio a sectores no hace tanto tiempo enfrentados por otros. Sin ofrecer quimeras ni infravalorar a su rival, Santiago García Granda, un rector a quien en su primera intervención tras el escrutinio supo agradecerle el sacrificio de bregar con una etapa tan imposible de prever como difícil de afrontar. El contexto con el que su predecesor tuvo que lidiar y ante el que Villaverde se atreve a tomar el timón, exige reconocerles a ambos la valentía que tanto escasea en estos tiempos.

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El eslogan sobre el que Ignacio Villaverde sustentó su campaña, 'Queremos Universidad', es tanto una declaración de intenciones como una definición de su carácter. El de un hombre forjado por la vida académica, en la cultura del mérito intelectual y en la convicción de que una sociedad puede aspirar a tanto como le permita su educación. Recibidos la medalla y el bastón de mando, Ignacio Villaverde tendrá que afrontar las urgencias que impone la pandemia. Pero su mandato está llamado a más. La Universidad asturiana tiene ante sí el desafío ineludible de implantar nuevas titulaciones, reorganizar los campus y consolidar su aportación a la sociedad asturiana. Quien conoce a Villaverde sabe que no rehúye los retos. Pero la autonomía universitaria no debe servir de coartada para dejarle solo ante ellos. La Universidad debe ser tanto una construcción de la sociedad a la que sirve como los cimientos de su futuro. Eso, en lo que todos estamos de acuerdo, en demasiadas ocasiones se ha olvidado más rápido de lo que se tarda en decirlo.

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