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Qué está pasando en el mundo de la política para que hayan tomado protagonismo tantos personajes egocéntricos, despiadados, fulleros, deleznables, insustanciales y excéntricos? De acuerdo ... que la historia de la humanidad es la historia de la tiranía de la mentira, la historia de los embustes totalitarios, de los engaños políticos y de la manipulación constante de la verdad por parte de los poderosos. ¿Pero qué políticos son estos que sueltan por su boca descosida lo primero que alcanza su ocurrencia? ¿Cuál es su formación si de continuo apelan al insulto, al reproche y al improperio para componer su tedioso y mediocre discurso de cada día? ¿Qué tratados o manuales han leído para componer sus tristes peroratas?
Viven instalados en la cansina disputa de las premisas falsas y las conclusiones mezquinas. ¿Cómo pueden fundamentar su popularidad en el ejercicio constante de la mentira? ¿Acaso seré yo el confundido y no sabré apreciar el motivo de una guerra injusta, el genocidio de un pueblo, las deshumanización y criminalización de los emigrantes o la eliminación de los servicios públicos que protegen a los más débiles?
Confunde, que algo queda, parecen pensar todos ellos. Llénalo todo de barro y no llames a las cosas por su nombre, invéntate otros nombres, así todos pensarán que tienen sentido tus palabras sin sentido. ¿Qué perversos asesores les fabrican tan viles recomendaciones? Escupen el barro a sus oponentes, los acusan sin inmutarse de traidores y criminales, y les niegan la legitimidad. Critican, vomitan, rechazan, culpan a los otros de sus propios pecados, se mofan de las propuestas ajenas. Niégalo todo, les dice la voz de su sucia conciencia, aunque te chorree la negligencia por los ojos, aunque hayas estado entretenido bebiendo y comiendo y distrayéndote, sabe Dios con qué, al tiempo que tus ciudadanos perdían la vida en el día más trágico para el pueblo que gobiernas.
Esta ola de falsedad, hipocresía, descalificación del 'otro' y perversión de los conceptos políticos universales no afecta sólo a quienes han alcanzado el poder, sino a aquellos que aspiran a conquistarlo. Que cada uno desde sus trincheras haga lo que tenga que hacer (lo que sea) para recuperar el poder que nos pertenece. Esa es la consigna. Hay que imitar a los personajes egocéntricos, despiadados, fulleros, deleznables, insustanciales y excéntricos, porque ellos tuvieron éxito. Hay que ensalzar sus personalidades, imitar sus métodos. Unos y otros son los políticos de la negación y del barro.
Ni siquiera es megalomanía lo que sufren. Es maledicencia, mediocridad y soberbia. Desalienta y desespera escucharlos repetir a todas horas que todo, absolutamente todo, lo que piensan y hacen los 'otros' está horriblemente mal y que lo que piensan y hacen ellos es inmejorable y definitivo. Es dolorosamente cansino. Ellos siempre saben lo que nos conviene. Son doctores de la 'Universidad Conservadora de los Salvadores de la Patria'.
Porque son conservadores, y son liberales, y contrarios a la intervención del Estado (o tal vez no tanto), enemigos de lo público, protectores de los acaudalados, genuinos patriotas contra la emigración, católicos y apostólicos, incluso romanos, ellos son orgullosa y extremadamente de derechas. En sus aulas magnas fueron imbuidos de la tradicional y mesiánica 'altura de miras'.
Insisten en advertirnos a los ciudadanos (imbéciles en esencia) lo decisivas y beneficiosas que fueron, son y, sin duda, serán sus acciones y sus comportamientos, y lo perversas, perniciosas y malintencionadas que fueron, son y serán las acciones de todos los demás. Reniegan de la izquierda, a la que califican de comunista, terrorista o criminal, y se tienen por centristas y moderados. Si se aprueban decretos que no les convienen, repiten afectadamente que estamos en una dictadura. Si se incrementan las pensiones o el salario mínimo, dicen que se hunde la economía. Repiten como un mantra siniestro que hay que bajar impuestos a la vez que izan como bandera la diabólica motosierra de los recortes. Si se aprueban ingresos mínimos de supervivencia, dicen que estamos alimentando vagos. Si llegan emigrantes a las costas, dicen que es por el efecto llamada y que hay que expulsarlos para preservar la esencia de la patria. ¿Repartirlos para atenderlos dignamente entre todos? Ni hablar.
La letanía de estos políticos de la negación y del barro es agotadora e interminable. ¿Qué títulos obtuvieron? ¿Qué libros leyeron o qué sentimientos nobles albergaron? ¿Ante qué dioses aprendieron a rezar? Con su desprecio a la verdad de la palabra están contribuyendo a la destrucción del mundo. Sus declaraciones intolerantes, sus actitudes rencorosas e insolentes, sus lenguajes mediocres y sus incoherencias producen escalofríos. Y lo terrible es que algunos de ellos tienen en sus manos el poder de destruir el mundo.
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