Hace más o menos un año descubrimos que teníamos un director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias. Algo que hasta entonces nos sonaba a ciencia ficción. En aquellos tiempos, el virus ya había nacido en China, concretamente en la ciudad de Wuhan. Incluso ... hacía gracia ver como cazaban a sus habitantes con redes, exactamente igual que si fuesen peces. Poco después, la pandemia comenzó a manifestarse en Italia. Fue cuando comenzó la carrera estelar del titular del cargo antes mencionado, a la postre, el doctor Fernando Simón. En su primera aparición, quitó importancia a las imágenes que estábamos viendo por China y el norte de Italia, diciendo que la probabilidad de que llegase a España era remota. Aquel funcionario de pelo alborotado y voz de motor descacharrado comenzó a ser habitual en los telediarios. Sus intervenciones en los medios eran masivas y nos daban una falsa sensación de tranquilidad. Para él, nada le podía pasar a la poderosa España porque el coronavirus era cosa del extranjero. En la actualidad, como saben, Simón es más famoso que los Beatles y sus predicciones ya no se las cree nadie. Tienen el mismo valor que las que pudiera hacer la bruja Lola.
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Verán, el uno de marzo del año pasado con 73 casos, el supuesto experto, dijo que no era necesario elevar el nivel de alerta. El día14 comenzó un estricto confinamiento y el coronavirus hacía estragos: casi mil muertos diarios. Por el medio, nos iba soltando que la mascarilla no era necesaria, mientras que ahora la exigen hasta para dormir. Todo ello, aderezado con continúas polémicas por haber participado en distintos programas de entretenimiento. Desde irse a subir bucear y escalar con Jesús Calleja, o unas declaraciones sobre la belleza de las enfermeras en tono jocoso. Su última patada ha sido muy reciente. Aproximadamente hace diez días calificó de «marginal» el impacto de la cepa británica. Hoy se sabe de sobra que será la predominante en marzo y solo en el Reino Unido ha dejado 1.500 muertos en un día. Como ven, la fiabilidad de quien debería ser faro y guía en la lucha contra el coronavirus está por los suelos. Dicho de otra manera: falla más que una escopeta de feria. Sin embargo, pese al relevo en el Ministerio de Sanidad, la nueva titular no parece que vaya a mover ficha. Esto es, dar paso a otra persona que ofrezca frescura y mucha mayor credibilidad. Al menos, que no produzca casi hilaridad.
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