Secciones
Servicios
Destacamos
Apenas tenía un año más que yo, habíamos estudiado en la misma facultad y ambos habíamos empezado nuestras carreras en la prensa regional. Nos reconocíamos el uno en el otro. Pienso que teníamos una relación bien bonita, una amistad, forjada en un largo vínculo profesional ... en el que siempre hubo una confianza extrema y confidencias compartidas que quedarán ya siempre entre nosotros. Durante más de una década compartimos decenas de proyectos, formaciones, viajes y aventuras, siempre con el periodismo como tema, gran tema, y los periódicos de Vocento como telón de fondo.
El día en que le conocí me impresionó. Éramos apenas treintañeros pero él parecía ya hecho. Forjado. Mayor. Como si estuviera preparado para grandes responsabilidades. No era, desde luego, una persona al uso. Tenía fama de muchas cosas, buenas, y pienso que en verdad siempre se le quedaba corta. Discreto y humilde en un oficio de grandes egos, te obligaba a descubrirle poco a poco, aunque no podría haber ocultado jamás que era una gran persona. Un trabajador infatigable, rocoso, esforzado, excesivo, lo que era obvio, pero también una persona de extraordinario talento, muy sensible, capaz de escribir mejor que nadie y de contenerse para que brillaran otros.
Lo suyo era pasión, no vocación. Le entusiasmaba su trabajo y sentía devoción por EL COMERCIO y todo lo que representaba. Porque al igual que el periódico, Marcelino tenía una vocación de servicio apabullante. Solo así se entiende su entrega total. Al trabajo y a las personas. Sonreía cuando hablaba de su hermana, poeta, le brillaban los ojos cuando hablaba de su mujer, una persona también entregada, y se le notaba emocionado cuando le preguntaba por su hija, que pinta tan bien. Se reía al imaginarla creando unas obras de arte con un soplete, el buzo y las gafas especiales para sus estudios en la universidad.
A veces tenía el valor de preguntarme si necesitaba ayuda. Como si aún le sobrara tiempo. O de llamar para darme las gracias por algo. Porque era muy de dar las gracias. Lo recordábamos ayer en la redacción de EL COMERCIO. Su ausencia va a ser tremenda porque su presencia era permanente. Pasarán meses hasta que sepamos realmente bien todo lo que hacía, que era demasiado, y años hasta que logremos medir el impacto de su enorme influencia en el periódico, donde impulsó también la transformación digital.
Periodista irrepetible, marcará una época. Llenaba tanto el espacio que ahora deja un gran vacío. Consuela pensar que le gustaría que en estos momentos su redacción trabajara como nunca. Y que emprendiera todos los retos, que son muchos, con fuerza y determinación. Deja cientos de anécdotas que harán sonreír a varias generaciones de periodistas en EL COMERCIO. La pérdida es irreparable, pero su recuerdo será increíble.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.