Es el título de un magnífico libro del gran escritor Stefan Zweig. Los dos calificativos no son encomiásticos, son verdad. Pero, qué cosa es la verdad y qué la apariencia. Muchas veces la verdad y su sombra van muy separadas. Pocas veces se juntan. Y ... menos en este tiempo de la información, o de la manipulación, donde el espíritu crítico y la conciencia individual deben enfrentarse a enormes muros, ante los cuales la reacción es mirar al suelo.
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Esos momentos estelares de la humanidad lo son porque con ellos cambia la tendencia, se producen aceleraciones vertiginosas y el rumbo varía. Zweig identifica varios: por ejemplo, la toma de Constantinopla por los turcos, que acabó con el milenario imperio romano y no precisamente a base de cañonazos contra sus inexpugnables murallas, sino por el azar, por una pequeña puerta, la kerkoporta (la puerta del circo), que después de una noche de farra encontró un grupo de soldados trasnochadores y por la que pasaron a tomar la espuela dentro de Bizancio. ¡Qué potra!
Si hubiera vivido para contarlo, Zweig habría incluido dentro de su elenco la caída del Muro de Berlín. Sin duda, hubo circunstancias objetivas que exacerbaron las contradicciones del bloque soviético; pero si el teniente coronel al frente de la línea fronteriza en el sector Este (desasistido por sus superiores, que ni de perfil se pusieron al teléfono, cuando reclamaba órdenes para dispersar a los concentrados o abrir la puerta) no hubiera decidido (de acuerdo con su conciencia y viendo el estado calamitoso del cuerpo de guardia) abrir el paso fronterizo, quién sabe qué hubiera ocurrido con el Muro. Así que de nuevo la historia se repitió y unos cuantos pasaron a tomar una copa al otro lado de la muralla, y como los genízaros turcos, también volvieron para contarlo. Y al día siguiente hubo más. Y al otro muchos más. Y encima les pagaron las copas. ¡Bares, qué lugares! Siempre se repite la misma historia…
Morir de amor, a USA, dice Trump de su experiencia cercana a la muerte o parte de un plan de dioses. ¿Quién apostará su capital a una u otra? Lo veremos. De hecho, lo estamos viendo en el mejor indicador de este mundo: la Bolsa.
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Hay más indicadores, pero aquel es el crítico. Otros son los libros, las películas, las redes, los digitales, en los que prestigiosos fotógrafos reproducen 'la foto'; esa que representa el momento estelar del que da fe, o ella misma es la encargada de cambiar el mundo. Como todos los momentos mágicos, tendrán su elaboración, su liturgia y, si es magia, su truco. Ya no los han contado Robert de Niro y Dustin Hoffman. En la escena el mago crea el suspense y desvía la atención del punto crítico y cuando se incorpora el milagro está hecho. Y como dice que dijo Don Quijote a Sancho, «conviene a saber (aquí Don Quijote da su versión del encuentro con los leones ). Y no hubo más y fuese».
¿Hubiera incluido Zweig dentro de sus momentos estelares el 11-S? A partir del cual el gendarme global actuó sin trabas, o habría hecho varias ligas. Quizás una continental, en la que podría jugar el 11-M, a partir del cual se realinearon las fuerzas dentro de la UE (véase la corregida Cumbre de Niza); otras serían regionales, en las que militarían, por ejemplo, el 24-F (invasión de Ucrania); el 7-O (masacre Supernova en Israel).
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Los geopolíticos saben que hay escalas, escenarios dicen otros, y en cada uno de ellos jugadores. Que el Barça juegue contra 'La Cultu' no significa que sus jugadores sean equiparables. Hay escalas. Y cada una tiene sus momentos y busca su encaje en la gran matrioska. ¡Qué grande es el mundo… del futbol!
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