Secciones
Servicios
Destacamos
Un amigo decía que el occidente de Asturias entró por los pelos en el siglo XX. Se refería al papel de la autovía, que lo introdujo en el siglo y evitó el magnífico y sinuoso trazado de las Ballotas. Desgraciadamente no pudo decir lo mismo ... de la variante de Pajares. Y aún hoy no podemos dar por sentada la línea de alta velocidad Madrid-costa, pues la realidad nos saca del ensueño al recordarnos que en los 144 km de Palencia a León los trenes circulan en vía única, y que entre León y la Robla la velocidad es de utilitario (145 km/h), pero bastante más que a partir de Pola de Lena. Ritmo pausado, como el de nuestros indicadores demográficos. Que evolucionan a la par de muchos paisajes urbanos, congelados en la estética de los cincuenta.
Y, sin embargo, el mundo avanza vertiginosamente. En ocho años la IA (Inteligencia Artificial) lo ha conmovido. Gana a los expertos en juegos complicados, genera medicinas inimaginables, detecta enfermedades antes de ser diagnosticadas, predice el año de tu muerte, pilota aviones, pastorea enjambres de drones y escribe tesis que traduce a cualquier idioma.
La IA se basa en una nueva forma de razonar. En otra lógica diferente a la humana. Recopila ingentes volúmenes de datos captados en internet, por el momento por sectores o dominios, quizás dentro de poco en todos. Los procesa en redes neuronales profundas, inspiradas en la estructura del cerebro humano. Y de acuerdo con ciertos pasos depuradores, llamados algoritmos, responde a lo que se le pregunta, descubre aspectos de la realidad que no captamos y ofrece una solución. Lo hace fríamente, sin conciencia. Puede que sea incomprensible para nosotros, pero será eficaz para quien le preguntó, y para muchas áreas de una civilización que no pudiendo prescindir de ella, tampoco sabe a dónde le llevará tal compañía.
Mientras las máquinas desarrollan su inteligencia, alarmantes informes avisan sobre los déficits en la formación con la que los humanos nos hemos situado en el mundo. La comprensión lectora, las matemáticas, la geografía, la historia, revelan lagunas. Quizás ambos factores estén relacionados, pues nos acomodamos a la información que instantáneamente nos proporcionan y nos adormecemos mirando nuestra serie favorita, o las noticias especialmente escogidas para nosotros en el móvil. La IA forma parte de nuestras vidas y, teniendo en cuenta la velocidad de su expansión, parece que en otra decena de años la ocupará por completo. Ante esto hay tres posibilidades: utilizar las máquinas como una herramienta o como un socio o con la prevención debida a un potencial adversario. Lo primero lo conocemos, pues el superior rendimiento de las máquinas las justificó; ahora este ha crecido tanto que nos enfrenta a considerarlas de las otras dos maneras. La última es fácil de imaginar si se valiera de ellas para sintetizar cadenas de ADN en el garaje de su casa y crear cualquier virus maligno. La segunda requiere colaboración entre humanos y entes tecnológicos y eso necesita regulación, en lo que anda la Comisión Europea. Y reformar la educación, elevando aquellas capacidades que afectan a la sensibilidad y enriquecen el espíritu, y complementan la razón, para ayudarnos a soportar la incertidumbre y convertir la información en conocimiento y este en gotas de sabiduría. Hay viejas prácticas pedagógicas como la experiencia instructiva pateando el terreno, que labra el carácter y genera convicciones personales, facilitando el autoconocimiento, cosa que la IA no puede hacer.
Eso está al alcance de los sistemas educativos regionales, que pueden recurrir a lo mejor de su experiencia y proyectar complementos formativos que contengan tal plus. Entre ellos están las excursiones instructivas, como viajes de conocimiento y aventura, en los que la Universidad de Oviedo fue pionera y que son cada vez más útiles como experiencias sentidas para liderar equipos de proyecto.
El último informe Pisa no deja mal al país en el panorama nacional; es decir, en términos relativos está construyendo talento. Que debe aprovechar para superar su cosmovisión mecanicista, propia de una ingeniería causalista, con la que se extraía carbón, que mezclado con mineral de hierro, convertía en acero, con el que fabricaba el buque y la locomotora que lo transportaban fuera. Tal visión generó riqueza y un mundo propio de certezas razonables que, superpuesto a una geografía isleña, desarrolló una original sociedad, que ahora no debe ignorar la necesidad de volver a aprender para desenvolverse en el mundo de FANI, ese que los humanos y la IA contribuimos a hacer Frágil, Angustioso, No-lineal, Incomprensible.
Grandes inversores, estados capaces, ambientes propicios a la IA, no están al alcance de cualquiera. Los líderes son Estados Unidos y China, y un poco más atrás va la UE. La pertenencia de España a la Unión da a Asturias la posibilidad de ejecutar una estrategia que, partiendo del talento y de la tradición propia, alcance otra visión, al aplicar la IA a lo que aquí se sabe hacer bien. Como siempre, la ciudad de cierto tamaño seguirá siendo un artefacto de innovación y, por eso, necesitará buenas interacciones con las otras y centros de cooperación con la industria y las instituciones, que con su talento logren producir, copiar o adaptar la IA a sus necesidades. Asturias se salva proyectando.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.