La fantasía de Isabel es un Gobierno socialcomunista que mete a la oposición en las checas y les practica insoportables torturas, ahogando en corrección política su angustiado grito de libertad. Lo único bueno de que todo el país sea una cárcel roja es que a ... estas horas hay presos políticos tomando cañas por Callao y comprando lotería en Doña Manolita.

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La fantasía de Pedro es que ha conseguido pacificar España mediante el adelgazamiento y la actualización del Código Penal. Tras eliminar el delito de sedición, una cosa muy viejuna que databa del año 1822, quizá pronto le llegue el turno al de asesinato, recogido ya en el Código de Hammurabi, del siglo XVIII antes de Cristo, y por lo tanto mucho más caduco y desfasado.

La fantasía de Pere es cavar una zanja bien profunda desde el Aneto hasta Vinaroz, que convierta Cataluña en una isla del Mediterráneo, sola y libre, autosuficiente, mayestática, vegana, sardanera y monolingüe, a la que Puigdemont no pueda llegar ni en patera y en la que gane siempre la Liga el Barça.

La fantasía de Andoni, por ahora, es que la selección de Euskadi arrase en el próximo Mundial, a ser posible con un triunfo en la final frente al estado opresor y así sacar por fin la gabarra (previa concienzuda revisión) para dar otra vuelta al mundo, a lo Elcano pero esta vez con la ikurriña.

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Mi fantasía, mucho más descabellada, es que Isabel arregle el desastre sanitario madrileño, Pedro no se venda tan barato al mejor postor y Pere y Andoni caigan en la cuenta de que las fronteras son un negocio malo y peligroso. No descarto, por tanto, que ellos vuelvan a ganar las elecciones y a mí acaben metiéndome en el frenopático.

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