Durante el pleno institucional del Día de Asturias volvió a salir el sobado tema del reto demográfico. Ya saben, el grave problema que tenemos debido a una población que cada día va a menos. Según nuestro presidente, Adrián Barbón, el presupuesto para el próximo ejercicio « ... será la prueba de mi compromiso». Además, claro, de señalar que la continua pérdida de habitantes no tiene una solución fácil ni a corto plazo. Algo que es cierto, por supuesto, pero que de alguna manera tendremos que paliar, ¿no? Pues bien, de un tiempo a esta parte se ha instalado entre nuestros gobernantes una especie de placebo. Es decir, ver soluciones a esta Asturias menguante en cosas que, sinceramente, no pasan de ser ocurrencias. Hablo, por ejemplo, de reivindicarnos como refugio climático. Esto es, una especie de oasis donde los habitantes de la meseta vendrían a miles para no cocerse. Fenómeno, por cierto, que siempre ha existido sin tener que recurrir a ningún cambio climático como explicación. A muchos de mi generación nos llevaban a Castilla de pequeños para secar, mientras que, al revés, ellos venían aquí evitando el intenso calor veraniego. Oigan, y el futuro de nuestro paraíso natural no pasaba por su clima (criticado hasta la saciedad), sino porque era claramente industrial. Sin embargo, ahora la solución parece estar en darle la vuelta a la tortilla.
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Vamos a ser claros: en Asturias tenemos turismo de sobra y lo que necesitamos son residentes. Gente que se quede aquí a trabajar y formar parte de nuestra comunidad. El presunto efecto repoblador del refugio climático se empieza a desvanecer ya por estas fechas. O sea, cada refugiado, una vez toma el fresco del norte, se vuelve a su residencia habitual y aquí quedamos los de siempre. Viendo como bajamos del millón de asturianos, nuestras infraestructuras sufren retrasos increíbles con respecto a las del resto del Estado o la población activa (los que trabajan) es cada vez menor. En definitiva, si el próximo verano volvemos a estar orgullosos porque reventamos de visitantes y en otoño el censo continúa a la baja, aviados vamos. Ojo, no es la primera vez que estos discursos de falsos profetas se instalan en nuestro paraíso natural. Recuerdo cuando se decía que por al buen sistema público de salud, atraeríamos habitantes. Sí, una especie de región del Ruhr alemán, pero en sanitario. Y miren como nos ha ido: ahora los más envejecidos somos nosotros.
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