Tenemos constancia desde siempre de que el vino tiene una tendencia natural a producir espuma, debido a la acción del gas carbónico que puede aparecer en él en mayor o en menor medida. Los agentes responsables de esta efervescencia son el azúcar, las levaduras y ... la temperatura. El azúcar y las levaduras, presentes de forma natural en el vino, son los causantes de la fermentación. Es en la 'Eneida', la epopeya latina escrita por Virgilio en el siglo I a.C., por encargo del emperador Augusto con el fin de glorificar el Imperio y atribuirle un origen mítico, cuando se hace alusión por primera vez en un texto escrito a un vino espumoso: «Luego se la pasó a Bicias instándole a beber. Él, nada perezoso, apuró la espumante copa de oro y se bañó en vino tinto toda la cara». Parece ser que el banquete que narra Virgilio lo ofreció Dido, se celebró en Cartago y que la uva de origen africano utilizada no era apropiada para la elaboración de espumosos; sin embargo sí lo era la originaria de Mantua, en la Galia Cisalpina, región en la que hoy se produce el Asti Spumante.

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Contrariamente a lo que dicen algunos escritos, el champán no es resultado de una única invención, sino fruto de un largo proceso en el que, en diversas épocas y generaciones, distintos personajes y avances científicos han aportado las bases que han permitido que entendamos este vino del modo en el que lo conocemos contemporáneamente. Los historiadores se han puesto de acuerdo, hoy, en afirmar que no fue en honor al emperador Probo como se erigió la 'Porte de Mars' de Reims, sino que recayó en Julio César, bajo órdenes de Agripa, a finales del citado siglo I a.C. Sí fue Probo quien otorgó a los galos el derecho a vinificar, aunque no existen pruebas de que en la región de Champagne se sacara provecho de ello. En aquella época la ciudad de Reims se llamaba 'Durocortorum', y era la capital de una gran región que se extendía hasta la actual Bélgica. Pasado el tiempo los condes de Troyes se convirtieron en condes de Champagne, se consolidó el sistema feudal, y el clero y la nobleza unieron su poder y su riqueza en diversas causas comunes como las Cruzadas (1095), aunque también se cronificó entre ellos la disputa por la explotación de las tierras, a costa de los campesinos que sufrieron las consecuencias. De los siglos XIII al XVII, la región de Champagne vivió los cambios causados por las diversas dinastías reinantes y sufrió el azote de conflictos, pestes y hambrunas. Tendríamos que esperar a la llegada del Gran Siglo y a la centralización del poder que permitiría la construcción de caminos, vías fluviales y recintos fortificados para que la Champagne se convirtiera en una región vitícola con entidad propia.

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