Eufemismos electorales

La verdad es que casi toda la ciudadanía asume lo necesario que es un centro político. Lo pregonamos desde la izquierda y desde la derecha, pero, a la hora de la verdad, lo fagocitamos polarizando el debate electoral e institucional o simulando acercarnos, con algún gesto o lema, hacia ese electorado que está a mitad de camino

Domingo, 5 de febrero 2023, 02:03

Ya resuenan y hasta chirrían precozmente, las noticias y mensajes preelectorales. En verdad queda muy poco para los comicios municipales y autonómicos y, apenas celebrados éstos, empezaremos a vivir en campaña de las generales, aunque ya está habiendo mensajes divergentes de los socios del Gobierno, ... que deben entenderse en clave de marcar distancias y territorio, ya que pronto van a ser contendientes y no una coalición de lista única.

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Hablo de eufemismos porque, desde las fuerzas interesadas y algunos medios afines a ellas, se dulcifican las previsibles conductas de transfuguismo. Resumiendo, toscamente: el que me pide entrar es alguien que ha evolucionado y el que sale para integrarse en otra candidatura es un traidor, un tránsfuga de libro. Lo estamos viendo, particularmente y no solo en Asturias con la enésima crisis de Ciudadanos. El Partido Popular «invita a sumarse» a determinados cuadros de la otrora prometedora formación que, de aceptar la invitación, dejarán en chasis el partido, que lo tendrá muy complicado para obtener una sola acta de diputado o concejal. A la diestra del arco político, en nuestra región, tenemos también las desavenencias entre un Foro que en poco se parece al inicialmente creado y el Partido Popular, por más que, previsiblemente, su acercamiento podría darles buenos resultados, especialmente en Gijón. Pero todo se sale de la ortodoxia partidista -la Constitución impone el funcionamiento democrático de las asociaciones políticas- en una comunidad donde, sin ser afiliados, el señor Canga está cortando -parece- todo el bacalao y el alcalde de Oviedo espera confeccionar la papeleta que encabezará.

La verdad es que casi toda la ciudadanía asume lo necesario que es un centro político. Lo pregonamos desde la izquierda y desde la derecha, pero, a la hora de la verdad, lo fagocitamos polarizando el debate electoral e institucional o simulando, con algún gesto o lema, acercarnos hacia ese electorado que está a mitad de camino y, por ello, es libre para fluctuar en cada convocatoria electoral. Llevamos, en cuarenta años, cinco experiencias centristas abortadas. Algunas fueron muy útiles al país; otras, ilusionantes. Pero, por diversas razones, incluida la autoinmolación de sus líderes, el centrismo no acaba de asentarse de una forma independiente y duradera.

Lógicamente, el que un segmento del arco ideológico sea tan inestable y débil, propicia las tentaciones de cambiar de montura e irse al caballo ganador. Hasta cierto punto es humano, si se tienen apetencias políticas. Lo que ocurre es que, especialmente cuando ya están constituidos ayuntamientos y parlamentos, esas decisiones personales, a veces incentivadas de forma no santa, vulneran la voluntad de los electores y corrompen la composición de plenos y hemiciclos alterando las mayorías salidas de las urnas.

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Conocí bien este asunto, al haber tenido el honor de pertenecer, durante casi cinco años, a la primera Comisión de Expertos del Pacto Antitransfuguismo. Un órgano que, tras años desaparecido, se ha renovado acertadamente en marzo de 2021. Esta comisión técnica es la encargada de dictaminar, cuando en la comisión política no hay acuerdo, si el comportamiento de una persona es constitutivo de transfuguismo o no. Debo reconocer que, aunque algún partido se irritaba con el criterio de la comisión, lo acataba. Pero digo que este órgano desapareció durante años, como siempre, por casos concretos que importaban mucho a los dos partidos mayoritarios y por la consecuente paralización desde un despacho oficial de sus trabajos. El titular de ese cargo fue condenado penalmente no hace mucho, aunque por otro asunto. Un angelito.

Volviendo a este Principado, parece claro que los medios de comunicación van a tener trabajo y crónicas de sobresaltos y sorpresas, de momento, hasta la noche del 28 de mayo. Y lo peor es que las formas, los procedimientos, las candidaturas, van a primar sobre el fondo: ¿qué propuestas realistas, viables a cuatro años y necesarias se nos van a ofertar? Yo, desde luego, pensando en la región, creo que hay que poner el acento en lo necesario: la atención sanitaria, especialmente en las alas, la educación, los servicios sociales -particularmente los mayores-, los transportes que vertebren el territorio... Cosas muy elementales y compartidas y lo demás, por añadidura. Y, en los ayuntamientos, medidas sensatas que contribuyan al bienestar de los vecinos y no ocurrencias ni obras faraónicas para pasar, supuestamente, a la posteridad. Iremos viendo qué se oferta para aplaudirlo o censurarlo. O reírnos, aunque a veces las propuestas cómicas pueden llegar a ser una calamidad para la ciudadanía.

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