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San Vicente, Rey Pelayo, Plaza de Toros. Mal síntoma que las estructuras de los edificios den que hablar a los vecinos. Hablemos, pues, de estructuras, pero desde el elemental sentido común que, a veces, los informes técnicos eluden. Se trata de tres casos muy diferentes. ... Así, por ejemplo, lo del San Vicente es un clásico. Someter a un edificio antiguo a una obra de rehabilitación es como meter a un anciano en el quirófano: se espera que todo vaya bien, y así suele ser, pero el riesgo de que algo salga mal está siempre presente. El caso del Rey Pelayo es muy diferente: en un edificio en uso de vez en cuando puede caerse un falso techo de escayola, pero rarísima vez un elemento estructural como forjados, vigas o pilares y mucho menos si no hay agresiones del entorno ni el elemento en cuestión ha dado señales patentes de alarma (debes tener en cuenta que la mayoría de las grietas que se ven en los edificios actuales tienen poca o ninguna trascendencia estructural). Y un detalle curioso: el forjado caído superó el límite de su resistencia precisamente cuando estaba vacío, es decir, sin parte de la carga a soportar, lo que sucedía cíclicamente a diario. (Sí es verdad que, en términos reales, la ausencia de alumnos podría suponer menos del dos por ciento de la carga total).
De la plaza de toros ya hemos hablado. El graderío de los tendidos presenta deformaciones evidentes desde que tengo memoria y así se venía usando, sin más problema que una incomodidad infrahumana, durante décadas. Como observador de la plaza entiendo, y corríjanme si no es así, que el tendido no es un forjado sobre vano, sino una solera sobre relleno. Podría, pues, sufrir un socavón traicionero, pero no un colapso estructural. Aquel se podría prevenir con sencillas pruebas de carga y, en su caso, con una reparación puntual de las zonas más afectadas. Se prefirió montar una tormenta en un vaso de agua. Una tormenta torpe y perfectamente evitable. Porque para suspender el uso del edificio hubiera bastado hablar con funcionarios cualificados acerca de las insuficiencias objetivas del recinto a efectos de evacuación.
El Bibio necesita un plan de mejora perfectamente ejecutable por fases, que debería empezar por la renovación de los tendidos y su actualización radical en materia de seguridad y funcionalidad, y podría culminar con la cobertura del recinto. Y, naturalmente, con su renominación depuradora, expurgatoria y resignificativa. Propongo Centro antitaurino cultural alcaldesa Ana (C.a. c.a.A).
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