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GASPAR MEANA
Estar en Babia

Estar en Babia

Hoy se recobra la conciencia del valor de estas comarcas que comparten el alto corazón cantábrico. Pero no es suficiente. Puede que haya planes, lo que no parece haber es estrategia

Jueves, 16 de septiembre 2021, 21:38

Rabanal es el último pueblo de Luna y en el siguiente, Villafeliz, comienza Babia de Suso. Al borde de la carretera está la ermita de Pruneda, a la que conviene saludar, ahora con un toque de claxon, para tener buen suceso. Luego aparece Villasecino, con ... iglesia de cúpula gayonada, y que es indicador del buen pasar del pueblo, asiento de los Lorenzana, linaje de arzobispos de ultramar, cardenales primados y generales. Más humilde es la iglesia de Cospedal, cuya espadaña corona un monumental nido de cigüeñas. Se ve que están a gusto, al lado del monumental tejo y sobre el atrio, donde los vecinos se reunen para conferir sobre el común. Hoy es el panadero de Riolago quien los convoca con sonoros pitidos. Lo mismo que hará en Robledo y La Majúa. Antes los tres pueblos estaban unidos por intereses y caminos, hoy ya cerrados. Robledo es gemelo a Cospedal, aunque menos accesible; dos km al 10% y sin rumor de arroyo. El pueblo está deslabazado: casas con ventanas abocinadas y dinteles labrados recrecen sus muros de cantería con bloques de hormigón, se cubren con materiales variados, y sus persianas emiten rayos metálicos cegadores. Como también ocurre en La Riera, que mezcla lo anterior con caleyas rotuladas, iluminadas por farolas de autopista y orladas por banda bionda, que conducen a minúsculas plazas, de pavimento colorido y acotadas por balaustradas metálicas, que alternan con mallas de plástico naranja. No se escatima. Aunque necesita un plan. Como el que aplicó Torre de Babia, lugar telúrico al fondo de un valle cerrado por la peña, donde convergen cordeles, caminos y cañadas reales, por los que se concentraban rebaños entre muros de fábrica, que compartimentan un pueblo aseado, con casonas, museo de la trashumancia y tres iglesias, que van desde la simpática capilla al lado del río hasta la voluminosa matriz que, con todos los aditamentos, corona un emplazamiento totémico. De los que Babia está llena, como ocurre en San Félix de Arce, una parte de él sobre la carretera y la otra sobre un otero en el que se levantan una iglesia y un arce milenario, a cuyo cobijo se reunía el vecindario. De Huergas sale el ramal a Riolago, lugar de amplias perspectivas, además de asiento de la casa de Quiñones y otros blasones. Hoy es lugar de segundas residencias y albergue de caravanas en su camping. Cabrillanes es la capital de Babia de Yuso, muy próxima al umbral de Piedrafita. El nombre lo dice todo. Desde ahí por la Vega de Vieyos se va al puerto de Somiedo y a La Cueta, donde nace el Sil, que tuerce su destino en el último momento y cae a Laciana, mientras que unos metros más allá arranca el Luna, a partir la confluencia de varios arroyos surgidos de altas lagunas cercanas a Quintanilla.

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