Secciones
Servicios
Destacamos
Y Asturias más, podría decir el título. Los economistas manejamos infinidad de indicadores para ver la salud económica de un país, como pueden ser el PIB, la Renta Per-Cápita, el IPC, los índices bursátiles, el paro y un largo etcétera, pero quizás ... ningún dato sea tan fiable a largo plazo como la evolución demográfica y el número de nacimientos por habitante. Los datos extraídos del INE (Instituto Nacional de Estadística) respecto a la natalidad en España son impactantes. Veamos un análisis desde 1861, es decir los últimos 160 años.
En primer lugar resulta llamativo que durante 115 años, desde 1861 hasta 1976, el número de nacimientos anuales en España se mantuviese muy estable, en una banda comprendida entre 615.000 y 700.000. En dicho periodo hubo dos excepciones que fueron la Primera Guerra Mundial que produjo un leve descenso, ya que tocó tangencialmente a España y provocó un descenso hasta los 586.000 nacimientos, y la Guerra Civil la cual fue devastadora económicamente y bajó la natalidad hasta los 420.000. Pero hay que tener en cuenta que al principio de la serie histórica, en el año 1861 la población era sólo de 15,6 millones de habitantes, mientras que al final de esos 115 años, en 1976, ya éramos 36 millones de españoles. Luego, se pueden extraer ya dos conclusiones. La primera es que la incertidumbre y la crisis económica frena la natalidad y la segunda que detrás de esa aparente estabilidad en el número de nacimientos en el periodo 1861-1976, realmente hubo un descenso importante de la natalidad ya que el coeficiente que podríamos llamar N, definido como (nacimientos/población)x100 fue bajando continuamente, pasando de un ratio de 3,9 a uno de 1,9. Es decir, entre 1861 y 1976 la natalidad por habitante se redujo un 50% en España.
El siguiente periodo analizado, comenzaría en 1977 y abarcaría hasta 1998 y está marcado por años de incertidumbre económica y, sobre todo, por dos cambios sociales de gran trascendencia poblacional y económica. Por un lado, la ruptura de la familia como unidad estable e indisoluble y la segunda la generalización del uso de métodos anticonceptivos. Todo ello condujo a que la natalidad cayese por debajo de los 400.000 nacimientos/año, con una población creciente de 40 millones, llegando el coeficiente N, antes mencionado, a ser sólo de 1,00. Es decir, entre 1977 y 1998 la natalidad por habitante se redujo otro 50%, igual que en el periodo 1861-1976, pero hay que tener en cuenta que la reducción del 50% se produjo en sólo 20 años, mientras que la anterior se había generado en 115 años.
A continuación, vendría la década gloriosa, 1998-2007, en la cual se produce un importante repunte de la natalidad, fruto de las buenas expectativas que tenía el empleo, alcanzado la natalidad la cifra de 518.000 nacidos al año, lo cual para una población de 46 millones de habitantes, significó elevar el coeficiente N hasta 1,1. Es decir, un 10% más que en el periodo anterior. No obstante, pese a que parece un buen dato, el mal de fondo en la sociedad española seguía latente, incluso en periodos de bonanza económica, ya que nada menos que el 24% de dicha natalidad provenía de extranjeros residentes en España.
Y por último, viene ya el periodo actual, que abarca desde el año 2008, con el estallido de las hipotecas subprime y la consiguiente crisis financiera e inmobiliaria, hasta la actualidad. Los últimos datos apuntan a un número de nacimientos por año que no alcanza los 338.000, con lo cual el coeficiente N ya es sólo del 0,8. Es decir, en sólo 13 años, la natalidad ha disminuido en España un 30% y los nacimientos de extranjeros ya suponen el 28% del total. En Asturias el coeficiente N es de sólo 0,4, es decir un 50% menos que el que tiene España, el cual ya es un récord de natalidad baja. La movilidad geográfica laboral existente y la profunda desestructuración familiar han influido poderosamente en esta situación. Otro factor muy influyente es que debido a la dualidad del mercado laboral y al marcado carácter protector del derecho laboral, estamos ante la primera generación que vive peor que sus padres, lo cual desalienta la natalidad.
Dice el sociólogo británico Anthony Giddens, Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales del año 2002 que «Occidente se está suicidando con la natalidad actual» y destacados economistas de muy diversas tendencias como Krugman, Stiglitz, Prescott, Kydland, Laffer, etc. afirman que la baja natalidad existente en Occidente es propia de sociedades muy decadentes. Hay que estar ciego para no ver lo que va a pasar. La natalidad bajó en España en el periodo 1961-2021 un 80% y en Asturias el 90%. Llegará un momento en el que cuando nazca un niño aquí será portada de los periódicos, como un suceso extraño. En ese escenario, los colegios se dedicarán a guardería de mascotas y ahí ya estará más justificado el aprobado general. Ya falta menos.
Con una sociedad envejecida que necesitará grandes partidas presupuestarias en sanidad y pensiones, tener una natalidad bajísima nos convertirá a corto plazo en un geriátrico insostenible. Y ya dice el saber popular que 'donde no hay panchón, todos riñen y todos tienen razón'.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.