Las enfermeras, las reponedores y cajeras de supermercado, las cuidadoras de personas dependientes, las que limpian, las profesoras...Mujeres, todas ellas, y esenciales!!
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La pandemia nos ha puesto contra la espada y la pared, somos imprescindibles, pero estamos precarizadas. Somos más necesarias que nunca, pero ... estamos desbordadas. Hasta hace poco, quedábamos fuera del mercado, pero ahora, que hay vidas que valen menos que otras, cuentan con nosotras. Nos mandan a los súpers, a cuidar ancianos o limpiar hospitales... Necesidades que el mercado laboral actual no puede cubrir y que recaen sobre las mujeres, esenciales.
Los cuidados, sobre todo en tiempos de pandemia, son indispensables. Al igual que todas las demás tareas que han sido consideradas esenciales. El problema, sin embargo, es que las trabajadoras esenciales, ahora, son vistas como heroínas, pero en realidad están infravaloradas social y económicamente.
Por todo ello, este 8 de marzo pedimos un reconocimiento real. Buenas políticas de empleo, reconocimiento y condiciones laborales para estas mujeres que son vistas como trabajadoras de reserva. Porque no podemos olvidar las condiciones en las que estas trabajadoras han tenido que realizar su trabajo, sin las medidas sanitarias adecuadas, haciendo turnos interminables, sin que se respetasen sus descansos, y sin el reconocimiento que se merecen.
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Y hay mucho más, porque nadie, absoluta nadie ha contemplado ni pensado en las mujeres que realizan trabajos no remunerados y que sin embargo, son esenciales para el sostenimiento de la vida.
Lo llevamos mucho tiempo avisando, nosotras sabemos que somos esenciales, porque todos los trabajos que realizamos, son precisamente los que permiten el sostenimiento de la vida, y durante esta pandemia, ha quedado más claro. Si nosotras hubiéramos parado, todo hubiera parado. Somos esenciales, por eso este 8 de marzo nuestras reivindicaciones y nuestra lucha son más necesarias que nunca, porque no es posible que nadie cambie sin que se nos tenga en cuenta. Pero para ello, para cambiar el modelo neoliberal impuesto, hay que poner, de una vez, la vida en el centro.
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