La entrega incesante
LUIS MENES ÁLVAREZCURA MISIONERO JUBILADO
Viernes, 24 de junio 2022, 04:42
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LUIS MENES ÁLVAREZCURA MISIONERO JUBILADO
Viernes, 24 de junio 2022, 04:42
Querido Fernando: Mwaramutse, amakuru namaki (Saludos, ¿cómo estás?). Ya le entregarías a San Pedro el carné del Sporting y el certificado de misionero en Burundi. Con esos dos pases seguro que no hubo problemas. Aquí te echamos de menos, como supones, y nos acordamos de ... tantos momentos vividos, sufridos y gozados juntos.
Fuiste el cura que no sabías decir «no», que siempre encontrabas una razón para hacer una excepción a las normas que tú mismo habías puesto y que, como no tenías más que dos brazos y dos piernas, necesitabas liar a otros para poder cumplir todos los compromisos en los que te metías. Y tus famosas listas con cosas por hacer, con cosas que comprar cada vez que bajábamos a Buja y que Yayo, antes de llegar, ya hacía disminuir con la disculpa manida de «hoy no hay». La verdad es que si lo intentábamos todo podíamos pasarnos una semana de compras.
Hablando de Burundi, ¿te acuerdas de los líos, empujones y enfados en la cola del café cuando la Cooperativa estaba a pleno rendimiento y tú eras el gran jefe? Nunca tantos millones de francos Burundi pasearon en Volkswagen por las carreteras de Burundi ni tantas veces se hicieron las sumas de pagos para que cuadrase hasta el último franco.
Y en el Seminario, profesor de Filosofía, de Lógica, que lógicamente no entendíamos y que con el tiempo nos hizo más lógicos, aunque para lógica la tuya, un sportinguista de pro, haciendo a todos los seminaristas socios del Oviedo; algunos no te lo perdonamos, bueno te lo perdonamos porque eras tú y sabíamos cómo nos querías.
Y hablando de querer, la verdad que tenías un corazón tan grande que en él entraba todo el mundo y que te empujaba a entregarte sin reservas a todo y a todos. Te entregaste a tope en el Seminario como profesor y como formador, te entregaste en Burundi como misionero, evangelizador, constructor, animador de la cooperativa y muchas más cosas, te entregaste, por fin, en El Coto, donde creaste una comunidad donde antes sólo había un barrio.
Fueron muchos años en El Coto. Empezasteis de cero y poco a poco fuiste ganándote a la gente, pues a la gente se la gana dándose y tú siempre te diste, sin horas, sin normas, sin acepción de personas. Te diste como te habías dado en todos tus encargos pastorales.
Y la gente respondió a tu trabajo y tu cariño con colaboración y cariño. Bien lo demuestra lo difícil que era pasear contigo por el barrio, eran continuas las paradas, los saludos... Conocías y te conocía todo el mundo, de los niños a las personas mayores. Tú los querías y te querían.
Recuerdo muchas veces las filas de 'socios' que te visitaban asiduamente en el despacho parroquial o te asaltaban por la calle: ellos pedían, tú reñías y te enfadabas, ellos callaban y al final, al final metías la mano en el bolsillo y compartías con ellos. Todos sabían que nadie se iba de vacío si planteaba su necesidad a don Fernando.
Querido Fernando, de verdad que te vamos, que ya, te echamos de menos. Nos parece imposible que esa puñetera enfermedad nos deje sin tu presencia cercana, aunque la fe que compartimos nos conforta y sabemos que vives con el Padre y que desde allí nos sigues queriendo y sigues cuidando de nosotros.
Ya te habrás encontrado con tus padres, tus hermanos, con don Gabino, con Yayo y Ángel, con los que estarás preparando algún plan, con tantos otros que nos han precedido en la vida nueva prometida y ya cumplida en vosotros.
Nada más. Nos seguiremos acordado de ti y así seguirás vivo en nosotros. No te digo que nos eches una mano porque sé que no tendrás otro trabajo que más te importe.
No te olvides de Burundi. Un abrazo y hasta siempre.
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