Al menos, que se nos entienda
EN POCAS PALABRAS ·
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Anda el Gobierno, para no variar, enrevesado con la variante, que no abrirá antes de las elecciones regionales como se había prometido. Un revés más, ojalá el último, en una historia en la que los retrasos se cuentan por décadas. Más tiempo del necesario y ... del conveniente para poner los trenes en Asturias en el siglo que toca, lo que por más contratiempos acumulados, no dejará de ser un momento histórico para Asturias. Con la variante de Pajares, la región tendrá un pilar para construir su futuro. Menos tangibles son otras necesidades, más difíciles de apreciar que un tren en el que todos los asturianos tendrán ocasión de subirse, esperemos más pronto que tarde. Es el caso de la reconversión industrial que afronta, y necesita, la región. Distinta a las anteriores, pero de tanto calado que de su resultado dependerá en buena medida la Asturias que heredarán nuestros hijos y nietos. Lo que hemos dado en llamar descarbonización, un término demasiado edulcorado para lo que nos jugamos, no comenzó con buen pie. En el planteamiento del Gobierno, el cierre de las minas y las térmicas asturianas no era más que un mal menor en la carrera por situarse los primeros en la nueva economía verde. Por el camino, empresas señeras cerraron sus puertas. Algunas, como Alcoa, quedaron desguazadas con la única esperanza de que un verdadero empresario, que por suerte aún los hay y también en Asturias, apueste por su reinvención. Y la supervivencia de otras, el caso de Hunosa, demuestra que en la economía, la inteligencia y el tesón unidos pueden producir milagros.
En mitad de esa marejada, Asturias logró un acuerdo entre el Gobierno y Arcelor que, de llevarse a cabo, no solo permitirá salvar la siderurgia, sino sentar las bases de una nueva economía regional, financiada por un caudal de ayudas europeas. Pero de lo prometido al hecho han pasado tantos meses que la incertidumbre se ha hecho inevitable. Las ayudas de Europa no acaban de llegar y ni siquiera se ha podido escuchar el murmullo de los trámites que deben anticipar su aprobación. En ese tiempo, el Principado no dejaba de tener la impresión de que lo conseguido pendía de un hilo porque nunca se sintió del todo comprendido en Madrid. Quienes tuvieron que explicar en los despachos ministeriales lo que para Asturias era evidente bien lo saben. En un momento crítico para la paciencia de las empresas y la esperanza de los asturianos, han llegado los nombramientos de Francisco Blanco, nuevo secretario general de Industria, y de Luis Ángel Colunga, comisionado para el plan estratégico de la descarbonización. Solo el cambio de percepción en el ministerio que supondrá ver las chimeneas de Arcelor como recurso en lugar de una molestia supone una oportunidad sin precedentes para Asturias. Al menos, de que se nos entienda. Que no es poco.
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