¿Lo recuerdan? ¿Recuerdan el subidón, el desequilibrio, la ceguera? ¿Recuerdan cómo nos llena de energía, cómo nos perdemos en el sexo? Ya lo escribía Góngora, Manda amor, en su fatiga/que se sienta y no se diga. Estamos configurados para atraernos, es una cuestión ... de supervivencia y reproducción. Es un reconocimiento, una euforia, un disparate de libido. Los estudios han confirmado que las parejas, al contrario del lugar común, se parecen entre sus miembros. Existe un sofisticado mecanismo neurobiológico que provoca la unión de los iguales, con el consiguiente peligro de incesto, que conjuramos mediante tabúes culturales. El olor es importante, nos vincula como garfios de abordaje (aquella carta de Napoleón a Josefina anunciando su llegada: «No te laves…). Buscamos mezclar nuestros genes, crear combinaciones ventajosas, blindar nuestro sistema inmunitario.

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Por muy incorrecto que sea decirlo, las mujeres prefieren a los hombres con buenos ingresos: muestran ambición, voluntad. Ya lo decía con cinismo Agustín de Foxá: «El amor es autosugestión, cuanto más grande el auto, más grande la sugestión». En general, los hombres no se interesan tanto por el dinero y sí por la belleza de la chica. Porque la simetría también nos importa. Buscamos hombres y mujeres simétricos, un signo externo de buena salud, buena alimentación. Los guapos y guapas hacen que las feromonas inunden el aire, nos convierten en turiferarios del amor. El arte se desata, buscando oportunidades para colocarse bajo el balcón, para seducir o para ser destruido. Óscar Wilde estaba convencido de que una persona hermosa tenía derecho a cometer cualquier acto. Marlene Dietrich decía que a cualquier mujer le gustaría ser fiel, que lo difícil era encontrar al hombre con quien serlo. Tus ojos son los ojos de un hombre enamorado/tus labios son los labios de un hombre que no cree/en el amor./ Entonces, dime el remedio, amigo/, si están en desacuerdo realidad y deseo, escribía Cernuda. Y el humor, no nos olvidemos del humor: si logras que el otro sonría, o mejor, que suelte una carcajada, ya tienes la mitad hecho. La risa mejora el sistema inmunitario, el estado de ánimo, es un remedio contra el estrés.

El amor a primera vista existe. El flechazo. Comienzan los cambios químicos, cierta locura. Dependencia, cambios de humor, celos, exacerbación. La oxitocina nos mantiene dopados, el corazón late más rápido, se libera adrenalina y cortisol, te sientes bien, I feel good, te sientes capaz de la furia de un Balauste: «¡A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo!». La dopamina y las endorfinas se desmadran y se libera más cantidad que la provocada por la cocaína. Droga dura, el amor. Causa más desastres que el Toro Celeste en el poema de Gilgamesh. Se vigila, se controla, se critica, se usa el sexo como herramienta; se castiga, se amenaza, se manipula, se utiliza incluso la violencia. «Resultaría sencillo enamorarse de ti hasta la locura, muñeca, pero no pienso hacer otra vez el primo por ti», decía Bogart en El halcón maltés.

La monogamia es necesaria durante un tiempo, la naturaleza necesita estabilidad para la descendencia, pero la paradoja es que solo un 5% de los animales son monógamos. Recuerden el 'efecto Coolidge', cuando el presidente visitó una explotación ganadera con su esposa y quedó impresionado porque un toro inseminaba hasta 17 vacas al día. La señora Coolidge le dijo a su marido: «¿Ves?, 17 veces al día…». Ante este reproche, el presidente respondió: «Sí, querida, pero no con la misma…». Al menos el 50% de los encuestados con pareja estable han reconocido el intento de seducir a alguien. El 85% dicen haber sido objeto de intentos de seducción. Amor, amor. De ese modo no es cordura/querer curar la pasión/cuando los remedios son/muerte, mudanza y locura. Un amor que va por fases, enganche, síndrome de abstinencia, acomodo, complicidad.

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Y cuánto dura el amor. Se calcula entre 18 y 36 meses, tres añitos, lo necesario para dar a luz y criar a un hijo, es la trampa biológica, las cartas marcadas que la naturaleza tiene para perpetuarse. En ese tiempo podemos olvidarnos de todo, perdonarlo todo. Luego puede llegar la separación, el divorcio. Una de cada cinco parejas rompe a los cinco años de matrimonio. La gran mayoría de los divorciados llevan entre 5 y 25 años juntos. En el 73% de los casos es la mujer quien solicita el divorcio. W. C. Fields decía: «Una mujer me empujó a la bebida. Y fui tan miserable que ni siquiera le di las gracias». Para que una relación funcione es necesario que la distancia entre la realidad y los ideales no sea excesiva. Hay que tener objetivos comunes, negociar constantemente, evitar el miedo mutuo, centrarse en las fortalezas de tu pareja y minimizar lo malo, esforzarse a la hora de enfrentar la vida y los problemas. Fácil decirlo, difícil hacerlo. Lo sé. Pero si sale bien, los dos acaban ganando, se mejoran uno al otro, se cuidan, se envejece en compañía. Los datos lo avalan: las parejas de larga duración son más felices, tienen menos enfermedades, se alimentan mejor.

El amor, que puede adoptar diferentes formas: afecto, encaprichamiento, amor vacío, amor romántico, amor por la compañía armoniosa, amor tonto, amor completo. Holderling nos advierte de que allí donde anida el peligro, crece también la salvación. Simbiosis. Antibiosis. Estamos siempre lanzando señales, como Noé despachaba sus cuervos, a la búsqueda de una pareja. Si quiere saber más sobre el amor, le recomiendo el ensayo de Lucy Vicent 'Neurobiología del amor' (Gedisa). Le contará muchas más cosas. Porque lo respiramos, lo necesitamos. Desmayarse, atreverse, estar furioso/áspero, tierno, liberal, esquivo/alentado, mortal, difunto, vivo/leal, traidor, cobarde y animoso/no hallar fuera del bien centro y reposo/mostrarse alegre, triste, humilde, altivo/enojado, valiente, fugitivo/satisfecho, ofendido, receloso. Sí, amigos, es el amor. 'Olvidar el provecho, amar el daño'. Quien lo probó, lo sabe.

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