La celebración del Día de Asturias, con sus ceremonias, civil y religiosa, ha dado paso a un choque dialéctico entre el arzobispo, Jesús Sanz Montes, y dirigentes de los partidos de izquierda. En la homilía pronunciada en la Basílica de Covadonga, el arzobispo fue muy ... crítico con la actual situación política española, al hablar de trincheras que reabren heridas y de la degradación frívola del Estado de Derecho. El prelado alertó sobre la falta de cordura que destruye la convivencia democrática y también atacó la práctica seguida por grupos ligados a movimientos, como el ecologismo, que «acaban siendo ecolojetas», o el «postureo, empoderamiento y zafia mediocridad» que hay detrás de un feminismo mal entendido. También atacó la actual regulación de la eutanasia, al referirse a la «ayuda matarife de una eutanasia letal sin la asistencia paliativa».

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La primera respuesta provino de la vicepresidenta del Gobierno asturiano, Gimena Llamedo, que le acusó de utilizar Covadonga «como una caverna reaccionaria». La vicepresidenta aseveró que las palabras de Sanz Montes «están muy lejos de la sociedad asturiana y de los postulados del Papa Francisco». Por su parte, la vicesecretaria general de la FSA, Adriana Lastra, dijo que «es una falta de respeto absoluto a la institución que él (Sanz Montes) representa, pero también a la institución del Principado de Asturias, y, sobre todo, a los asturianos». Criticó los discursos del arzobispo, cargados de «odio y de machismo», que pronuncia los 8 de septiembre. Delia Losa, delegada del Gobierno, le invitó a dejar los hábitos y afiliarse a un partido. El consejero de Ordenación del Territorio, Ovidio Zapico, calificó las palabras del arzobispo, de «desafortunadas, provocadoras y retrógradas», asegurando que no van a encontrar eco en la sociedad asturiana. Y ayer, el presidente regional, Adrián Barbón, que siempre ha defendido la presencia del Ejecutivo en Covadonga en el Día de Asturias se preguntó si el prelado pretendía que no acudiera más. Desde su punto de vista, las palabras del arzobispo «ofendieron a mucha gente». En cambio, tanto el PP como Vox defendieron el derecho Sanz Montes a expresarse y vieron la homilía llena de «sentido común».

Asturias está en una coyuntura especial, con unas expectativas económicas de cambio, ligadas a la transformación energética e industrial, mientras el grueso de las inversiones del Plan de Recuperación todavía está pendientes de ejecución. También en medio de un marasmo político nacional de complicada solución que puede dañar los intereses de las comunidades autónomas, con un candidato a la investidura (Alberto Núñez Feijóo) al que le faltan cuatro escaños para poder ser investido presidente y, la única alternativa posible, encarnada en el actual presidente en funciones, pendiente de llegar a acuerdos con cinco partidos nacionalistas (ERC, Junts, Bildu, PNV y BNG) que le piden algunas contrapartidas de discutido encaje legal. Asturias no se vio, hasta ahora, afectada por la dinámica de la polarización que impide cualquier acuerdo en las instituciones del Estado. En el inicio de la actual legislatura se dio un paso adelante en la Junta General del Principado, sobre posibles consensos en demografía, mejora del Estado del Bienestar o la revolución verde. Tanto para asegurar los logros que se esperan, como para defenderse de planes insolidarios que provengan de los gobiernos independentistas, es fundamental mantener la unidad de las instituciones asturianas y de las fuerzas políticas y sociales. Hay que tener altura de miras y evitar disputas internas. La festividad regional no debería ser un día de desencuentro.

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