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Para qué escandalizarse si no puede ser de otra manera. Cuando Sánchez, en aquel mayo de 2018 de la moción de censura, sopesó ventajas y riesgos de alcanzar el poder en aquella compañía ya sabía cuál era el precio de la transacción, el coste de ... colocar a su empresa, de situar a los suyos en un lugar al sol desde la penuria electoral que venían arrastrando en las anteriores convocatorias.
Pero no quisiera, de ninguna manera, transmitir la idea de que el conglomerado que sostiene parlamentariamente a Sánchez me parece moralmente perverso. No es así en absoluto. Salvo el PNV, gente venal y felona, los demás se limitan a perseguir sus objetivos, que no ocultan ni disimulan y que no tienen más inconveniente que el de ser perjudiciales para España. No para el río Tajo o para Lepanto, sino para la integridad del territorio común, para la igualdad entre españoles, la unidad fiscal, el razonable funcionamiento de los servicios, la sensatez de las leyes, es decir, en suma, para tus intereses y los míos y los de dos de cada tres habitantes del país. Pero nada más, están en su derecho.
El indulto a delincuentes que prometen reincidir, la desautorización del Tribunal Supremo ante Europa, la aquiescencia ante la rebelión oficial del sistema educativo catalán, que niega el derecho a más de media Cataluña a la educación en su lengua materna; la rehabilitación de los delincuentes mediante el inédito procedimiento de eliminar el delito del Código Penal, la ciclópea falsedad de que esa eliminación nos aproxima a Europa, la desvergonzada falsedad de que esa felación no tiene relación con la negociación del presupuesto, frontalmente desmentida por los propios beneficiarios; los frutos de la ley del 'SiesSi', la amenaza potencialmente criminal de la Ley Trans, todo eso estaba ya prefigurado en la alianza de la moción de censura y el propio Sánchez sabe, tiene que saber, que el camino recorrido en estos tres años triunfales le aleja a él y a su partido de toda otra posible alianza distinta de la actual. Votar al PSOE de Sánchez llevará en el paquete votar el idealismo de Podemos, la jovialidad del PNV, la memoria de Bildu, la coherencia histórica de Esquerra.
Todo esto lo saben también, y son los primeros en saberlo, los líderes regionales socialistas, que saben lo que les cuesta ganar sus elecciones territoriales a puro huevo y temen la factura electoral que en mayo puede caerles debido a las amistades de su jefe. Un posible roto que no lo arregla ni el CIS.
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