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Pontificar: «Presentar o exponer de una manera dogmática y con tono de suficiencia principios o ideas que no necesariamente han sido comprobados».
Hace años un compañero de otro partido político, al verme desbordado al poco tiempo de asumir la coordinación general y la portavocía parlamentaria ... en Madrid, me dijo que a veces hay momentos concretos y debates políticos complejos en los que lo mejor es situarse al margen y no intervenir. Mutatis-mutandis, algo similar a aquella máxima de los tiempos de la dictadura oprobiosa de 'haga como yo y no se meta en política'.
Ésa parece haber sido la conclusión a la que ha llegado la dirección y el equipo de estrategia del actual presidente y candidato del Partido Popular, Núñez Feijóo, después de la conjura palaciega y de su contribución personal a restaurar la línea sucesoria en el partido avalado por barones y baronesas, décadas de gestión en los últimos años incluso con mayoría absoluta, al frente de la comunidad gallega y el apoyo de la derecha económica y mediática.
En definitiva, todo ha cambiado con el nuevo PP para que en lo esencial todo permanezca, como en El Gatopardo. Con la nueva dirección no solo se mantiene la sede de Génova, sino también el veto sobre la memoria de las víctimas del franquismo contrapuesto a la de las víctimas del terrorismo de ETA, la connivencia con la lacra de la corrupción y las cloacas en la policía política para ocultarla, el bloqueo conservador a la renovación de los órganos judicial y constitucional y asimismo la estrategia de desestabilización y deslegitimación del gobierno, donde sobre todo se refuerza la colaboración fraternal con la ultraderecha.
Por eso, Núñez Feijóo hace de la necesidad virtud aprovechando su ausencia obligada de la portavocía con respecto a la agitación y el ruido del Congreso de los diputados, para dedicarse a pontificar con solemnidad y tono monocorde sobre los tópicos conservadores, desde el púlpito amable de las ruedas de prensa y las entrevistas de los medios de comunicación afines. En eso estábamos, y llegó la última encuesta electoral del CIS, que esta sí es de fiar porque así parece acreditarlo, reflejando por primera vez el sorpasso del PP al PSOE en las expectativas de voto ciudadano y en la valoración de líderes de cara a unas próximas elecciones generales. Con ello, se confirmaría la tendencia que ya marcaron los resultados de las elecciones autonómicas andaluzas, aunque por primera vez junto al desplome de Ciudadanos, el PP crece también en detrimento del voto emocional de la ultraderecha populista de Vox que pierde su posición de tercera fuerza.
Una ultraderecha que venía tendiendo la mano al PP desde que se frustraron sus expectativas de entrar en un gobierno de coalición como consecuencia de la mayoría absoluta del PP en las recientes elecciones andaluzas, para así actuar de la mano y echar a la izquierda de la Moncloa, aunque todo apunta a que su aportación a la política nacional no será otra que el voto útil para favorecer una mayoría de gobierno del partido popular. Una ultraderecha que está obligada a reaccionar antes de las elecciones del próximo mes de Mayo si no quiere ser víctima del cambio de ciclo y un PP que tampoco puede exagerar con el voto útil si quiere obtener una mayoría de escaños .
Por otra parte, el inicio del proyecto de sumar le ha venido bien a las expectativas de la izquierda a la izquierda del PSOE, ya que le permite recuperar la posición de tercera fuerza y con ello la expectativa de la suma de diputados necesaria para disputar la mayoría.
Además, inmediatamente después de la realización de la encuesta del CIS, en la primera decena del mes Julio, el resultado favorable del debate del estado de la nación ha significado una inyección de optimismo para el gobierno y para la izquierda. Así lo han entendido también la mayoría de los ciudadanos que lo siguieron con una valoración mucho más positiva de la que le dieron al PP y al resto de la oposición. Algo impensable tan solo unos días antes.
Todo ello, sumado a una apreciación mayoritaria sobre la profundidad del conocimiento de la realidad por parte del presidente del gobierno. Llama la atención que junto a esto se le reproche al presidente no dar confianza en el futuro y al mismo tiempo, sin embargo, se valoren positivamente sus medidas sociales y fiscales. De nuevo con la lógica crítica al ruido interno dentro del gobierno y de su mayoría, así como del predominio de un idealismo que se considera poco práctico. Y todo esto después de la realpolitik de Marruecos y de la Conferencia OTAN.
Pero sobre todo, los datos de la encuesta sobre el debate del estado de la nación muestran que continúa el avance del malestar social, atribuido a la escalada de los precios, en particular entre las rentas más bajas, además del distanciamiento de los ciudadanos con respecto a la política y en concreto del funcionamiento del Congreso de los diputados al que le atribuyen los tópicos generados en debates previos y ya consolidados en el imaginario colectivo sobre la crispación, la inutilidad práctica de los debates y su lejanía de los problemas sociales concretos, con una parte de los ciudadanos situados al borde de la antipolítica.
Algo que resulta contradictorio con la realidad del debate del estado de la nación más concreto sobre la situación económica de los últimos realizados. Resta, por tanto, acercarse aún más a la realidad social, seleccionar los cambios y que las medidas fiscales y sociales contra la inflación surtan efecto, aunque sea en los estrechos márgenes que deja la incertidumbre sobre guerra y sus consecuencias energéticas. Por otra parte, la renovación institucional en la fiscalía y en el Tribunal Constitucional pueden contribuir a resquebrajar la estrategia de desestabilización y el bloqueo institucional.
Por último, la remodelación profunda del Partido Socialista, aprovechando la dimisión de Adriana Lastra, junto al avance del proceso de escucha en Sumar, pueden contribuir a consolidar la recuperación de las izquierdas.
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