En ninguna parte. Esa es la tremenda respuesta. Los sistemas de pensiones son uno de los principales pilares del Estado del Bienestar en todo el mundo occidental y dichos sistemas se pueden clasificar, básicamente, en dos tipos:
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a) Sistema de Acumulación o Capitalización, en el ... cual las cotizaciones que tanto la empresa como el trabajador van realizando están depositadas en algún 'lugar', ya sean inversiones financieras, depósitos, etc. Es decir, existen físicamente y cuando el trabajador se jubila accede a dichos fondos.
b) Sistema de Reparto, en el cual no hay ningún tipo de hucha o fondo en el que se depositen las cotizaciones que se van realizando a lo largo de la vida laboral, con lo cual cuando el trabajador se jubila 'el dinero de su pensión' no está en ninguna parte y depende de las cotizaciones que realicen los trabajadores que siguen en activo, ya que de las mismas saldrá el dinero que él percibirá mes a mes.
El sistema español es de reparto. Dicho de otro modo, el dinero ya se gastó en mil cosas (prejubilaciones, pensiones para quien nunca cotizó, etc.) y dada la pirámide poblacional que hay en España, el sistema ya es claramente deficitario, pero el problema está comenzando y en el futuro será una bomba de tamaño colosal. Para que un pensionista cobre su pensión es necesario que haya casi 4 trabajadores cotizando. En estos momentos la proporción ya no llega a 2 y en una década no alcanzará 1,5, debido al acceso a la jubilación de los 'baby boomers'. En ese escenario, solo caben dos caminos. El primero sería un recorte brutal de las pensiones, lo cual sería terriblemente injusto, porque esas personas ya aportaron sus cotizaciones mientras trabajaban y, además, eso reduciría de forma drástica el consumo de ese sector de la población. El segundo camino consiste en que el Estado cubra el déficit integrándolo como una partida más del presupuesto anual, pero a cambio haría falta eliminar infinidad de gastos innecesarios e improductivos, lo cual no se quiere hacer, porque tendría un coste electoral y porque el tancredismo es más cómodo.
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España debe pensar qué futuro quiere para sus pensionistas y para sus trabajadores. ¿Queremos pensiones de indigencia o pensiones dignas a tono con lo cotizado durante toda la vida laboral? ¿Queremos destinar gran parte de la recaudación fiscal a fines burocráticos improductivos? ¿Queremos ser muy solidarios con quien no ha aportado nada y dejar en la cuneta a quien se ha deslomado trabajando y ha cotizado toda su vida? Esas son las preguntas que hay que responder. España necesita políticas que fomenten la natalidad, eliminar el desempleo mediante un sistema educativo de calidad y con una legislación laboral que no criminalice a quien contrata, así como reducir el tamaño gigantesco de su burocracia pública. Sólo así se podría evitar el crack de las pensiones.
Hyman Minsky (1919-1996) fue un economista norteamericano de esos a los que le llegó la fama y el reconocimiento ya fallecido. Minsky, considerado como postkeynesiano, dejó para la posteridad una clasificación aplicable a empresas, estados, etc., según su situación financiera, que los divide en tres situaciones posibles. La primera, denominada 'empresa cubierta', es aquella en la que los flujos de caja cubren los pagos de las deudas. La segunda, 'empresa especulativa', es aquella en la que solo se pagan los intereses y el capital se devuelve sacando nuevos préstamos. En la tercera, llamada 'empresa Ponzi', la situación bordea la estafa, ya que sólo se capta dinero fresco con promesas imposibles de mantener a largo plazo. Si esa clasificación de Minsky se aplicase al sistema de pensiones español, estaríamos ante un 'sistema Ponzi' de libro. La hucha de las pensiones en España está vacía y la población, envejecida.
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Si esto fuese una corrida de toros, el pensionista estaría en el centro de la plaza, a pecho descubierto, con los bolsos vacíos y dados la vuelta, con una nómina haciendo de muleta. Le dicen que esté confiado, pero le ponen una venda en los ojos para que no vea que por los toriles asoma un Miura que lo va a empitonar por el peor sitio. En la enfermería, además de muchos impresos, puede que haya una vieja tirita. Poca cosa para tapar la hemorragia que se avecina. En lugar de aplicarle la extremaunción, le leen sus derechos de protección de datos en catalán, gallego, valenciano y euskera. El diagnóstico postmortem se entiende en cualquier lengua: 'cornada Ponzi'.
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