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Los políticos españoles deberían estar estos días pasando los exámenes de fin de curso, como han hecho todos los niños. Así se podrían valorar sus trabajos y acabar con sobresaliente, notable, etcétera. Es una pena que no sea costumbre, porque esperar cuatro años a que ... la gente ponga nota, bien adoctrinada previamente por la propaganda de los partidos, es demasiado.
Claro que eso incluiría también la posibilidad de un suspenso, que alguno se merecería de forma sobrada, y proporcionarle así argumentos para dimitir. Dimitir es un verbo muy adecuado a menudo, pero en España se practica poco. Y no porque no sea oportuno y conveniente para la marcha de la sociedad.
Aquí, suele decirse que no dimite nadie. Y este es un mal para la democracia y la convivencia. A veces son los superiores los que hacen destituir a los subordinados que no dan la talla. Pero eso no es suficiente. Primero, porque no está claro si lo que deben hacer es dimitir ellos, en lugar de destituir a quienes realmente no han sido los que han merecido el suspenso.
Por ahí afuera es diferente: dimitir cuando no se da la talla o la gente lo reclama, es muy normal. En el extranjero todos los días dimite algún político por razones diferentes; en España, apenas surge alguna excepción. Aquí nuestros políticos aguantan como leones, lo mismo da que sufran derrotas parlamentarias que escándalos en los medios o decisiones inadecuadas.
Estos días, sin ir más lejos, tenemos una ministra, que por cierto no sé de qué es su cartera, que se montó una excursión en un avión privado para pasar unos días en Nueva York. Las denuncias que se escuchan caen en saco roto porque ella, dígase lo que se diga, no dimitirá por semejante abuso de sus competencias.
Mientras, en el Reino Unido, el primer ministro Boris Johnson, hombre de propensión a la juerga, acaba de dimitir, tras trascender que montó un festejo privado las pasadas Navidades cuando la amenaza de la covid, que ya se había llevado por delante centenares de vidas, había prohibido ese tipo de celebraciones. Dimitió por el mal ejemplo.
No estará de más recordar que Johnson, además de ser un personaje dado a las manifestaciones extravagantes, fue un tiempo atrás uno de los principales instigadores del 'Brexit', es decir del abandono de la Unión Europea. No parece que la opinión pública británica se lo esté recompensando. Pero allí el verbo 'resign' (dimitir) se conjuga y se practica.
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