Secciones
Servicios
Destacamos
Tres sucesos me conducen a reflexionar sobre la inviabilidad de España como nación. El primero es el enfrentamiento desatado entre las Autonomías que gobierna el ... PP y las gobernadas por el PSOE en lo referente a la fiscalidad. Unas suprimen el impuesto de patrimonio y las otras lo mantienen. Unas rebajan la fiscalidad del impuesto de sucesiones y abogan por bajar impuestos, las otras los mantienen y fiscalizan a los herederos lo que previamente han pagado ya sus progenitores. El segundo es la degeneración de los distintos sistemas de salud autonómicos que tenemos en España. Y el tercero, un sainete bufo: ciudadanos catalanes reivindican la enseñanza en las escuelas del idioma castellano, idioma oficial de España según la Constitución.
Con respecto al primero, estamos ante un colapso de las instituciones del Estado con el modelo de organización territorial vigente. Si cada autonomía va por libre en los impuestos, se llega a una competencia desleal entre unos territorios y otros para captar votos y censar población, porque en unas se paga más que en otras. La burocratización política de cada comunidad autónoma ha colonizado el Estado y neutralizado el poder que debería tener el Gobierno central como armonizador de los impuestos que deben pagar equitativamente todos los territorios. Esto termina derivando en corrupción y una proliferación de políticos, cargos de confianza y chiringuitos en cada territorio, que necesitan de una voraz financiación pública que no alcanza con los impuestos que pagamos y tienen que recurrir a financiarse por emisión de deuda. La Constitución no aclara y debería hacerlo, cuáles son las competencias del Estado que se pueden transferir a las comunidades autónomas y cuáles no. Entre ellas, pienso que en materia fiscal el Estado debe retomar el mando para recuperar una convivencia solidaria entre las distintas regiones. Lo digo aunque me tilden de hereje.
En cuanto al segundo, les contaré una anécdota, que servirá, a modo de ejemplo, para constatar la 'salud' de la que gozamos los españoles con los distintos sistemas de salud transferidos a las comunidades autónomas. El caso es que el pasado mes de septiembre vinieron a pasar unos días a Gijón mi padre y mi madre. Residentes en la provincia de León. Cuál fue su sorpresa cuando fueron a recoger a una farmacia de Gijón un complemento vitamínico. Se lo había recetado a mi padre, un día antes de venir a Gijón, el médico endocrino de León, y les dicen que no aparece en la receta electrónica. Les conminan a que llamen por teléfono a su médico de cabecera para ver por qué no sale en la receta. Se pusieron en contacto con el médico y les dice que pasen en 48 horas a recogerlo que ya lo han cargado. Vuelven a la farmacia y el dichoso complemento vitamínico sigue sin aparecer. Les dice el farmacéutico que igual es debido a que al ser sistemas de salud autonómicos distintos, la receta de León necesita de una validación por parte del Sespa y que esperen unos días. Vuelven otra vez a la farmacia y el medicamento sigue sin aparecer. Vuelven a llamar al médico de cabecera y bla, bla, bla. El caso es que después de muchas vueltas a la farmacia y llamadas telefónicas, el complemento vitamínico de marras lo consiguieron, pero no porque apareciese en la receta electrónica, sino gracias a la deferencia que tuvieron en la farmacia, que lo había pedido antes de recibir la notificación electrónica y se lo adelantaron. ¿Qué les parece? ¿Es esta la eficaz gestión, gracias a que cada autonomía tiene transferida la sanidad? La anécdota puede parecerles 'peccata minuta', pero es que ni siquiera de una autonomía a otra tienen acceso (en la era de internet) a nuestro historial médico. ¿No es una perversión que la sanidad esté transferida a las comunidades autónomas, cada una con su particular programa informático de gestión, y los ciudadanos se encuentren con estas trabas burocráticas cuando viajan a otra autonomía?
Con respecto al tercero, clama al cielo que ciudadanos catalanes tengan que reivindicar lo que viene recogido expresamente en nuestra Constitución, porque los nacionalismos excluyentes han hecho de la inmersión lingüística en las lenguas regionales su particular batalla ideológica y acaban arrinconando a nuestro idioma común. La cesión de competencias en materia de educación nos conduce a la disolución del Estado. Si todo esto no se reforma y el Estado se ha vaciado de estas competencias que mantienen la unidad, España como nación se desmorona.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.