Secciones
Servicios
Destacamos
Bildu, un partido político cuya tradición y vocación democrática se ignora, concurrirá a las próximas elecciones municipales en algunos ayuntamientos de Euskadi con candidatos conocidos por su militancia pasada en ETA, la organización terrorista que durante varios años dejó cerca de un millar de muertos ... de todas las condiciones y edades, guiada por el odio racial y la vocación criminal.
Se entiende que en un gesto de perdón oficial se le haya concedido a Bildu -un nombre que sigue atemorizando- la legalización y que pueda disfrutar, así, de la realidad de la sociedad española que permite expresar la voluntad con el voto libre. Y no, como acostumbraban muchos de sus miembros, matando de un tiro en la nuca a quien le salía al paso o colocando bombas para multiplicar las víctimas.
Choca, aunque poco a poco nos vayamos acostumbrando, que su representación en el Congreso de los Diputados sea aprovechada por el Gobierno para redondear mayorías que permitan aprobar leyes polémicas. Muchos sospechan que se trata de un recurso matemático que ya ha pagado su precio a los delincuentes que representan esos diputados, y que va a costarles votos a quienes han propiciado hacerles concesiones para contar con su apoyo.
En algunas de las listas de este partido, cuyas muertes y amenazas tantos han sufrido y sufren, con mutilaciones y penas de orfandad o viudedad, aparecen algunos autores de atentados con nombres y apellidos. Cuesta mucho imaginarse lo que pensarán algunos votantes cuando vean que se trata de los asesinos que mataron a sus familiares o vecinos. Votar a asesinos condenados en su momento y exprisioneros debe de resultar incomprensible para la inmensa mayoría de los censados.
Estamos de acuerdo en que hay que perdonar, lo exige la religión de casi todos, aunque no es lo mismo perdonar a quien le voló la cabeza a un hijo o disparó a bocajarro a su padre que permitirle que, cumplida la pena carcelaria, se reintegre a la vida normal, lo que puede ser asumible. Todos deberíamos sentirnos satisfechos de tener unas normas de convivencia que incluyan la tolerancia, e incluso el pragmatismo gracias al cual se logró que los terroristas etarras dejaran de matar.
Pero también se hace extraño que los responsables de Bildu, el partido que tanto necesita ocultar su pasado de dolor, sangre y miedo, no actúen con inteligencia, guardando las formas, intentando hacer olvidar sus antecedentes y disimulando las ideas extremas de sus militantes, para que los demás vayamos olvidando e integrándolos entre los partidos democráticos que gozan de derechos. Empezando por el de la libertad y la paz que ellos negaban.
Ver en las listas nombres que están perdonados, pero no olvidados, nada menos que aspirando a participar en gobiernos y en la toma de decisiones que nos afectan a todos, es, además de incomprensible, una muestra de venganza y un reto para la sensibilidad pública y el poder de un Estado que, en muchos casos, les indultó. Los políticos necesitan tener un currículum decente y entre los valores que pueden exhibir no consta el haber sido asesino o cómplice de asesinos, sean cuales sean sus ideas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.