Estos últimos meses las noticias internacionales no han parado de despertar el interés general y, más que el interés, la preocupación. El mundo se ha vuelto agitado por ambiciones e ideas que creíamos superados. Hoy domingo, concretamente la atención está fijada en Francia, nuestra vecina ... y una de las principales potencias tanto por su capacidad defensiva como por el prestigio diplomático y político como ejemplo de democracia
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Pero esta tradición no resta al hecho de que esté atravesando dificultades políticas y riesgos graves. La semana pasada se celebraron elecciones legislativas, con las cuales el presidente Macron intentó reforzarse ante la crisis general que amenaza a Europa. Y la iniciativa le salió mal. Estaba bastante pronosticado un crecimiento importante del voto a la extrema derecha.
El partido ultra tutelado desde hace años por la familia Le Pen, primero por el padre y luego por su tercera hija, Marine, adelantado del crecimiento de los movimientos integristas en Europa, partió como favorito, aunque no tanto como los resultados que arrojaron las urnas en la primea vuelta de los comicios. Reagrupación Nacional (RN), el partido de Le Pen, se alzó con una aplastante victoria, con una diferencia muy superior sobre el resto de los competidores.
El centrismo que representa Macron quedó en el tercer puesto. Todo son resultados parciales hasta que hoy vuelvan a hablar las urnas en la segunda vuelta. La temible victoria del extremismo conservador llevaría a Macron –desde su condición de presidente– al nombramiento como primer ministro y jefe del Gobierno de Bardella, el candidato 'lepeniano', un joven de 28 años, sin experiencia profesional, formación limitada y gran activista.
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El triunfo ultra que ya gobierna en Italia y participa en gobiernos de otras naciones, especialmente en Países Bajos, es una amenaza para la Unión Europea, además de implicar otros problemas delicados y de difícil solución, entre los que destaca la oposición a la inmigración y la propuesta de erradicarla con medidas drásticas. Y todo con un recorte de las libertades que Francia representa.
La alarma ha cundido tanto en los partidos como en la propia calle, y a pesar de sus diferencias las fuerzas democráticas están intentando plegarse a la realidad y crear un cordón sanitario con el objetivo compartido de que la extrema derecha no se haga con el poder ejecutivo. Los pronósticos son pesimistas, pero el sentimiento democrático que impera en Francia abre una brecha de esperanza que se dilucidará esta noche cuando se abran las urnas. Toda Europa, y España no será una excepción, estará pendiente de lo que se contempla como algo muy importante para su suerte.
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