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Quizás porque soy asturiano me gusta la lluvia. La soporté a raudales por algún que otro rincón del mundo, pero nunca era igual que cuando mi madre me abroncaba por haber salido a la calle sin paraguas y llegaba a casa chorreando. En Nueva York ... llovía mucho, y algunos atardeceres viendo los nubarrones envolviendo los rascacielos me hacía la ilusión de que eran un plagio malo de los Picos de Europa y me entraba la nostalgia del 'orbayu'. Ya era un adicto.
Estos días de Semana Santa en que la lluvia, tan necesaria para todo, paradójicamente se vuelve indeseable para los que aprovechan para descansar y disfrutar, despiertan alegría y lástima al mismo tiempo. Nunca llueve a gusto de todos. Lo siento por los damnificados. A mí, que me he quedado en casa, la verdad es que no me molestan los chaparrones. Pero viendo llover desde la ventana, sí me ha despertado cierta nostalgia, la nostalgia del 'orbayu', que es una lluvia única, no molesta, no daña y reconforta.
A mí al menos. He recordado que cuando venía de vacaciones echaba de menos el 'orbayu' en Oviedo. En mi modesta experiencia mundial puedo afirmar que no hay lluvia como el 'orbayu' en Oviedo, que como en Oviedo no 'orbaya' en ninguna parte. Entonces aprovechaba con mis amigos, Chano, Lillo, Federico, Carlos, Evaristo… para disfrutar de un par de horas de paseo bajo el 'orbayu' por la plaza de la Catedral o la calle Mon. No les decía nada, disfrutábamos de nuestros recuerdos, mientras yo sentía cómo el pelo se me iba humedeciendo con verdadero placer.
Hasta que alguno de mis amigos decía, «oye, que nos estamos empapando, vamos a entrar a este bar a 'atechar' un rato». Por mí hubiese seguido media hora más. No tenía muchas ocasiones. Alguna vez probé a pasear en Bilbao bajo el 'xirimiri' y ¡qué va!, no es lo mismo. Ya me gustaría, ya, dar una vuelta por el Oviedo viejo 'orbayando' esta Pascua. Lo que ocurre es que del 'orbayu' la AEMET nunca nos avisa, de sus danas e isobaras no hay quien los saque. Seguramente es que de 'orbayar' no saben.
Antes, en algunos pueblos, los párrocos promovían iniciativas para que lloviese y se salvaran las cosechas. Ahora ya no es necesario, las cosechas sufren más por el escaso interés que les prestan los políticos que por la sequedad de las tierras. Cuando veo sus manifestaciones con las tractoradas como imagen internacional de firmeza me alegro mucho. Estoy con la lluvia, aunque en plena Semana Santa sea inoportuna, y de paso como asturiano reivindico el 'orbayu' como uno de los atractivos turísticos que no molestan, humedecen el campo y a los políticos los serena un poco.
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