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La pandemia del coronavirus, que ha marcado un cambio de era, dejó un triste balance de más de un millón de cadáveres esparcidos por los cinco continentes. A lo largo de varios meses mantuvo en vilo a la comunidad internacional con un peligro que, quizás ... por primera vez en la historia, fue el miedo lo que consiguió mantenerla unida en un espíritu colectivo de defensa. Todavía colea el riesgo, aunque la ciencia consiguió minimizarlo, pero deja detrás un amplio campo abierto para el análisis y la reflexión intelectual,también para la aritmética que puede ilustrarnos de lo que es capaz el ser humano en el recurso a la delincuencia y la propensión al enriquecimiento enfrentado con la solidaridad.
Conforme va transcurriendo el tiempo, se va confirmando que la covid, además de ser un temido riesgo para la salud fue una excelente fuente de negocios sucios para algunos. En los Estados Unidos las primeras investigaciones realizadas por el Departamento de Justicia han anticipado que en 2021 fueron 836 millones de dólares los que se embolsaron las personas y organizaciones delictivas del dinero que las administraciones públicas invirtieron en la investigación y atención a las víctimas. El presidente del organismo, Merrick Garlan, advirtió que esto sólo es el comienzo.
Todavía hay decenas de sospechosos sometidos a investigación y existe la convicción de que en 2022 se destaparán cifras de estafa y fraude todavía sin calcular. La conclusión es que la pandemia se llevó muchas vidas mientras engrosaba las cuentas corrientes de los que se mueven entre nosotros con los ojos y las artimañas puestos en forrarse. Entre los norteamericanos, estos datos constituyen un escándalo que fluye especialmente de los centros financieros donde la vergüenza de unos financieros se diluye entre la satisfacción de quienes han aprovechado las prisas y escasez de precauciones de otros para enriquecerse.
Entre las frases que se escuchan, tratando de resumir la actitud de tantos desaprensivos -algunos ya procesados y condenados a devolver lo robado- se ha adaptado aquella frase del Quijote de 'ande yo caliente y ríase la gente' por otra más actual como es 'muérase la gente y crezca mi cuenta corriente'. Estos datos, convicciones y sospechas emanadas de Washington, no ocultan la creencia general de que situaciones iguales o parecidas se han dado en otros muchos países donde los gobiernos, conscientes de lo que estaba ocurriendo, improvisaron presupuestos extraordinarios e inversiones incontroladas, que las prisas dejaron abiertas las puertas a la delincuencia que carece de reparos a la hora de proteger la vida de los demás.
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