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Las Navidades ya están merodeando por todas partes: tanto en las grandes ciudades como en los pueblos ya se han encendido las iluminaciones tradicionales, los supermercados y tiendas de moda están atiborrados, con ingredientes para las cenas propias de la Nochebuena, y las cadenas de ... televisión han anunciado quién se encargará de transmitir las campanadas del cambio de año.
Los vestidos de las presentadoras seguro que serán tema obligado para las revistas. Lo mismo que los menús típicos con pavo y langostinos ya están en las neveras, aprovechando las rebajas de Black Friday. Y las familias discuten cómo van a repartirse sus miembros tanto en la Nochebuena como en la Nochevieja. Todo bien, por lo tanto, sin novedades dentro de la tradición que ni siquiera los líderes de Podemos están rompiendo.
Otra cuestión es cómo andan las cosas y cómo se presentan en el exterior de los hogares, tanto las situaciones políticas como económicas y bélicas. Las políticas, francamente mal y no sólo en España, donde el Gobierno de Pedro Sánchez navega a punto de naufragar entre escándalos propios en la lucha por mantener el poder y las acusaciones de corrupción, que los partidos se intercambian para poder ganar votos peleándose, en lugar de disputarlos debatiendo soluciones para los problemas de la gente: desempleo, vivienda, sanidad...
Pero por ahí afuera tampoco las cosas van mucho mejor, aunque la realidad que impera supera la deteriorada política española, convertida según algunas encuestas en la más desastrosa de Europa. En Alemania, la coalición de Gobierno, desde luego menos irracional que la nuestra, se ha derrumbado y están ya en vísperas de elecciones anticipadas. En los Estados Unidos tiemblan ante la inminencia del 20 de enero, en que Trump y su gabinete de ultramillonarios se harán cargo del ordeno y mando internacional.
En Francia, mientras tanto, una unión contra natura entre la extrema izquierda y la ultraderecha de Le Pen se sumaron en una moción de censura que tumbó al Gobierno de Michel Barnier, que apenas llevaba tres meses. En Ucrania sigue la guerra contra los rusos, que cada día se vislumbran más como vencedores en cuanto Trump se interfiera en la búsqueda de un acuerdo de paz. Y en Oriente Próximo la lucha de los israelíes contra las milicias palestinas no vislumbra perspectivas de arreglo, sólo el temor de una expansión de la guerra entre Irán e Israel.
Hasta en Corea del Sur, el país más próspero y democrático de Asia, el mejor aliado de los Estados Unidos y el más rico, gracias a su potente desarrollo industrial, han surgido problemas entre el Gobierno de Yoon, del PPP, y la oposición del partido demócrata, que generaron una declaración, por fortuna sólo de unas horas, de un estado de excepción que sorprendió en el resto del mundo. El rechazo de la Asamblea de 300 diputados, que mayoritariamente votaron en contra, obligó al Gobierno a dar marcha atrás y devolver la libertad interrumpida al pueblo. Veremos por cuanto tiempo, porque el enfrentamiento continúa latente. Sin olvidar el galimatías bélico de Siria que se reaviva después de trece años de dudas.
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