Las dos guerras que continúan sumando víctimas y daños estos días, se están convirtiendo en el mejor argumento para los intelectuales, analistas, políticos y periodistas que anticipan las preocupaciones sobre un futuro aún más inquietante que temen. Estamos reviviendo aquellos años en que la Guerra ... Fría nos mantenía en vilo cada vez que el más mínimo incidente podría desencadenar un nuevo enfrentamiento de ámbito mundial, con el miedo añadido del recurso a las armas nucleares con que contaban los dos bloques.

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La invasión rusa de Ucrania es sin duda el primer aviso de que la tensión se está agravando. Los países de la zona, Polonia, Finlandia, Moldavia, etcétera, temen que un mal día les ocurra algo igual. Han pasado dos años y lejos de encontrar solución para el conflicto, la impresión es que nadie lo ha intentado seriamente y podría extenderse. Hay conciencia de que se impone frenar las ambiciones de Vladimir Putin, pero muchos de los países más amenazados empiezan a agotar su capacidad y su voluntad para seguir enviándole armas a Kiev. Otros están de su parte.

En Gaza la situación es distinta, pero no menos delicada. A Israel le asiste la razón de combatir contra una agresión y con la precaución de librarse de una amenaza terrorista muy agresiva en sus fronteras. Irán, que cuenta con el poder del fanatismo de origen religioso, el odio heredado de la época pasada y la riqueza del petróleo, ha encontrado el recurso de la venganza contra quienes no comparten su singularidad financiando a organizaciones extremistas –Hamás, Hezbolá, Yihad Islámica, Hutis...–, deseosas de cambiar un mundo que no les gusta o, dicho con mayor precisión, al que odian.

Este es un año de elecciones de diverso tipo en más de setenta países, y entre todas destacan las presidenciales en Rusia, previstas para dentro de un par de semanas, y las de Estados Unidos, actualmente en el proceso de primarias. Las rusas ofrecen pocas dudas. Como buen dictador, Vladimir Putin tiene garantizada la victoria, por la evidente falta de oponentes serios; se podría añadir algo más: si existieran ya habrían sido envenenados o arrojados por el balcón más alto de Moscú. En Norteamérica no son iguales las cosas, pero las perspectivas para noviembre son también preocupantes.

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En las primarias republicanas, Donald Trump está barriendo. Si no se produce un milagro o la Corte Suprema no invalida su candidatura, en noviembre le tendremos compitiendo por la Presidencia con el poco contundente demócrata Joe Biden, y dispuesto a volver al lugar donde ha dejado el peor de los recuerdos, sin regatear dinero ni falta de escrúpulos. Pensar que en enero tendremos a Putin en el Kremlin y a y Trump en la Casa Blanca, que para colmo de preocupaciones se consideran 'coleguis', abre una incógnita inquietante. Dos personajes sin escrúpulos, como ambos han demostrado, y con ambiciones de poder sin límites, hacen temer lo peor. Confiemos todos en estar equivocados, pero esta posibilidad no invita a dormir tranquilo.

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