Directo Pide penalti El Molinón por una posible mano del Burgos

Desde que inicié esta etapa de columnista y escritor, me propuse formalmente no tratar temas relacionados con la televisión y particularmente con TVE, donde trabajé muchos años, parte de ellos en puestos de responsabilidad. Consideraba improcedente inmiscuirme con mis opiniones en el siempre difícil trabajo ... de mis sucesores. Rompo hoy excepcionalmente esta promesa. El programa 'Informe semanal', que cada sábado nos ofrece una visión de la actualidad lo mismo en España como en el resto del mundo, cumple 50 años. Se trata de algo sin precedentes. En unos tiempos en que tantos programas apenas superan el día del estreno, no puede ser más revelador de su importancia uno que cumple medio siglo, y que lo haga con el mismo interés que despertó en la audiencia y planteamiento profesional con que debutó hace cinco décadas. La clave está en la atención, rigor y sentido de la actualidad con que surgió de la mano del inolvidable Pedro Erquicia y ha sabido mantener el mismo interés informativo.

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'Informe semanal' se ha convertido en el mejor testimonio de los grandes acontecimientos -guerras, terremotos, golpes de estado, 'tejerazos', elecciones o atentados terroristas-, contados en sus imágenes por periodistas siempre rigurosos y fieles al principio básico de la profesión: respeto a la verdad, nunca fácil de precisar. Y durante mucho tiempo, tampoco hay que olvidarlo, peleando con las limitaciones que imponía la censura para contarlo o poniendo a prueba su capacidad para encontrar los subterfugios necesarios para burlarla.

Puesto que estoy abordando con satisfacción y orgullo este éxito de algunos colegas, también quiero apresurarme a desmentir que yo haya sido su director. Aunque orgánicamente dependía de la dirección de programas informativos, 'Informe semanal' siempre gozó de mayor autonomía que ningún otro programa. Nunca intervine ni en la selección de los temas ni en su contenido. En otras etapas profesionales hice algunos reportajes, pero en todos los casos ajustándome a la línea editorial y la autoridad del director de cada etapa. No puedo apuntarme ni un ápice del éxito.

Una de las claves de la supervivencia del programa es la responsabilidad que sus sucesivos directores y redactores consiguieron asumir, partiendo del sentido de la actualidad y los principios éticos y profesionales que se fueron transmitiendo entre ellos de generación en generación. Vencer las tendencias de incrementar audiencia recurriendo al sensacionalismo que desvirtúa y devalúa la realidad de los hechos, nunca despertó sus tentaciones.

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