Alo largo de los siglos la historia se escribió partiendo de hechos memorables y versiones que se han venido repitiendo de generación en generación con nuevos detalles extraídos muchas veces de documentos difíciles de interpretar y que permitieron a los historiadores reconstruir el pasado. Pero ... los tiempos han evolucionado y es evidente que las nuevas tecnologías de la imagen, unidas a la sensibilidad –cuando no el riesgo– de los profesionales que permite plasmarlas y sacarles el mejor partido, se están adelantado recuerdo del futuro de este tiempo que estamos viviendo. Un arte que todavía no ha despertado en la conciencia colectiva su importancia y valor presente y por supuesto que ya podemos anticipar en la imagen auténtica y relevante a nuestros descendientes. La realidad y la historia de lo que estamos viviendo, con todos los detalles buenos y deplorables, quedarán vigentes para siempre. Todos solemos guardar fotos de nuestra infancia y juventud que nos aportan recuerdos imborrables y ahora eso mismo está ocurriendo en el ámbito mundial en nuestro recuerdo colectivo. Por fortuna ya se empieza a reconocer ese valor que se está acumulando.

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Por eso para quienes valoramos esa realidad nos proporciona una gran alegría que el primer gran reconocimiento mundial se haya anticipado en el Principado, nuestra tierra. Que la concesión del premio Princesa de Asturias de la Concordia haya sido para la Agencia Magnus Photos y, como se describe en la justificación, no solo por su aportación, sino también por «elevar la conciencia de la humanidad». Algo que hace reflexionar sobre la aportación que encierra no solo su importancia por el trabajo admirable de sus profesionales sino también por algo que con frecuencia se vuelve tan necesario.

Estamos atravesando una de esas etapas complicadas como demuestra el desprecio a la vida de los demás en tantos momentos y hoy mismo en las guerras que estamos sufriendo. Los testigos de este desastre humanitario son las fotos, muchas proporcionadas por Magnum –y no sólo– en las que podemos ver este horror que estimula a diario –lamentablemente con escaso éxito– nuestros sentimientos y dejarán una muestra viva y real para el futuro de lo que en este momento somos y hacemos para que nuestros sucesores puedan percatarse y valorarlo en muchos casos.

O deplorarlo, en otros.

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