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La cumbre del clima celebrada estos días en Dubai (Emiratos Arabes Unidos) ha condenado para siempre los combustibles fosiles, y en primer lugar el carbón, el más antiguo, además del petróleo y el gas. Estaba cantado desde hace tiempo que el carbón tenía sus años ... contados. En Asturias, una de las regiones del mundo que más aprovechó el recurso natural del carbón y el sacrificio de sus extractores, esta decisión ya estaba planificada y, en buena medida, ejecutada desde hace tiempo. Pero ahora se trata de una medida universal.
El cambio climático, que tanto está afectando a nuestras vidas y amenazando el futuro del planeta, está obligando a adoptar decisiones drásticas. Aún quedan en el mundo, Europa incluida, países que siguen teniendo al carbón como un elemento básico, tanto para fines domésticos como industriales. En la conferencia de Dubai, tutelada por la ONU y conocida como COP28, participaron representantes de 198 países y, como cabe imaginarse, un acuerdo de esta magnitud no resultó fácil.
Fueron necesarias muchas horas de negociaciones para lograr un consenso, esta vez sí, histórico. La realidad y las circunstancias de cada país son muy distintas: unos tienen petróleo a raudales y otros, por mencionar casos extremos, viven atemorizados ante la amenaza de que el mar invada la isla que habitan, como ocurre con los modestos estados del Pacífico. Por eso el consenso logrado está mereciendo un reconocimiento muy amplio. Todavía quedan negacionistas del cambio climático, pero las evidencias son tan elocuentes que cada día carecen más de argumentos.
Por supuesto que se trata de un final que requiere un largo plazo, sobre todo cuando se trata del petróleo o el gas, y el acuerdo firmado a última hora, ya con los delegados agotados, lo mismo que los minutos que faltaban para la clausura, se trata en la práctica de un compromiso para ir reduciendo progresivamente el consumo de estos combustibles y su sustitución por el hidrógeno o la electricidad. La búsqueda de alternativas abre un reto para la investigación y para yacimientos de nuevos elementos hasta ahora poco conocidos y fundamentales, que no sean contaminantes.
Para Asturias, como para otras tantas regiones de la Tierra que tanto contribuyeron al confort personal y el desarrollo de la economía, la despedida del carbón sin duda deja un recuerdo sentimental con los mineros como protagonistas, los trabajadores que expusieron su vida, muchos la perdieron, en tan sacrificada y tan meritoria contribución a la sociedad. En algunos países los mineros merecen el calificativo de héroes que el cambio climático y las tecnologías están enviando al paro y son objeto frecuente de homenajes colectivos.
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