Asturias es una excepción con suerte. Hasta donde me cuentan mis paisanos, es una de las pocas excepciones del agobio que la ola de calor está causando este verano en casi toda España y podríamos añadir que en todo el hemisferio Norte del resto del ... Mundo. Continuamente nos llegan noticias de lugares donde se están alcanzando temperaturas inéditas, que superan todos los récords seguramente desde que la tierra está poblada por seres humanos.

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En España, tanto en el sur como en el este de la península, se están superando los cuarenta grados centígrados, algo de lo que existe poca memoria. Pero, insisto, España no es una excepción. En Francia, por ejemplo, once distritos -equivalentes a lo que aquí son provincias- permanecen en estado de alerta. Los efectos de estas temperaturas son nocivos para la salud, y en los Estados Unidos hay científicos que anticipan que este calor volverá imposible la vida de las personas.

Bien es verdad que, allí, los niveles de calor de algunos lugares superan los cincuenta grados, y la prensa ofrece reportajes de sitios donde estos días se ha llegado a los cincuenta y siete. Hay consenso entre los expertos de que estamos sufriendo el mayor récord de calor de la historia del planeta. Abundan las recomendaciones para que las personas, y no sólo las que sufren problemas respiratorios, adopten previsiones y tratamientos adecuados para poder superar esta ola de calor.

Se trata, sin duda, de una prueba más del cambio climático que se está produciendo y que algunos irresponsables aún niegan. Reafirman esta realidad los condiciones meteorológicas que se alternan. Un ejemplo es lo que está ocurriendo en el estado de Florida, donde hace apenas una semana las lluvias torrenciales provocaron inundaciones graves, todo tipo de destrozos y amenazas, lluvias a las que han sustituido, en cuestión de horas, unas temperaturas de lo más elevadas y secas.

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Con todo, el estado más afectado es Arizona, cuya capital, Phoenix, lleva diecinueve días bajo temperaturas que en algunos momentos han alcanzado los cincuenta y dos grados centígrados. Estamos viviendo el récord universal de calor, algo que se deja sentir en los países nórdicos e incluso en Siberia.

Condiciones similares también se están produciendo en el África Subsahariana, donde las temperaturas extremas se suman a la sequía que desde hace años asola campos, impide cosechas, mata de hambre y sed al ganado y obliga a las personas, y de manera especial a las mujeres, a recorrer kilómetros y kilómetros con un cántaro en la cabeza, y a menudo con un bebé a la espalda, para traer a casa el agua que la familia necesita para beber.

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