La campaña para las elecciones vascas nos ha devuelto la memoria en medio de la confusión política que vivimos en España. Muchas personas todavía recuerdan con miedo y dolor los años de guerra civil que causó millares de muertos y nos dejó divididos en dos ... bloques enfrentados para decenas de años. Pero la guerra civil no fue el único percance de violencia de nuestra historia reciente. No: hay otro más reciente que estamos olvidando.

Publicidad

Durante otros cuarenta años vivimos amenazados por otro enemigo, no tan definido, pero sí traidor y no menos criminal. Se llamaba ETA, su objetivo era independizar el País Vasco del resto de España y, para conseguirlo, nos consideraba a todos enemigos y no escatimaba asesinatos a traición, sin derecho a defendernos. Las cifras de víctimas no fueron tan elevadas como en la guerra civil, pero día a día, sin tener un enemigo enfrente, mataron a cerca de mil personas, civiles en su mayor parte, e inocentes.

Por fortuna, una fortuna que costó mucho conseguir, los terroristas acabaron rindiéndose ante la Policía que les combatía y con la generosidad de los ciudadanos, muchos víctimas de sus atentados, que aceptaron la aparente paz e incluso la polémica decisión política de que los líderes de la banda y muchos de sus miembros pudieran incorporarse a la normalidad nacional, con la legalización de un partido propio que en ningún momento se dignó a pedir perdón. Por el contrario, su actividad se agravó manteniendo la autodefensa de su trayectoria y la presión para que los condenados por terrorismo fuesen indultados o beneficiados.

Cuando se trata de conseguir la paz siempre hay que renunciar a las rencillas que deja el conflicto. Pero en este caso la realidad supera con creces la actitud conciliadora y el ánimo de ir consiguiendo que los agravios se olviden, con el arrepentimiento de los delincuentes y su reintegración a la normalidad democrática. Lo que causó mayor sorpresa, y para las víctimas y familiares auténtica indignación, es que Bildu se haya convertido en uno de los apoyos que hicieron posible la investidura de Sánchez. Y no fue un apoyo espontáneo ni gratuito. Los herederos del terrorismo se han permitido poner condiciones, como la cesión de la Alcaldía de Pamplona, desde la que seguirán defendiendo activamente sus pretensiones de partido, que no han cambiado en absoluto. La campaña de las elecciones vascas, a las que Bildu concurre con la legitimidad de cualquier partido legal, ofreció una oportunidad excelente para que unos hechos de esta naturaleza no se olviden tan pronto: que disfruta la libertad por la que asesinó y que intentaba destruir. Y lo más grave es que un partido con esta trayectoria y semejantes dirigentes esté participando en el Gobierno que gestiona nuestro presente y nuestro futuro.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad