En los cerca de doscientos países independientes que hay en el mundo tenemos sistemas políticos presidencialistas, semipresidencialistas, demócratas parlamentarios, monarquías, parlamentarias y absolutistas, dictaduras militares, gobiernos perpetuos, dictaduras hereditarias, regímenes comunistas, dictaduras sandinistas y sistemas anarquistas y.... Argentina. Argentina es un país excelente, rico en ... casi todo lo deseable, desde petróleo hasta la mejor carne, culto como ningún otro de Latinoamérica.
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Pero, como nada es perfecto ni siquiera coherente, Argentina es política económicamente un país surrealista. Basta echar unas cuantas décadas atrás y recordar las reiteradas crisis con sus inflaciones galopantes, los cambios de monedas, las oscilaciones en la conversión de los pesos y los dólares y los cierres de los supermercados al mediodía para abrir por la tarde con los precios aumentados, por no olvidarse de los corralitos o los problemas planteados por las deudas reflejadas en los balances financieros internacionales. La fortaleza de la producción viene salvando las debacles que se repiten año tras años y gobierno tras gobierno.
Analizando las razones de este caos desde la distancia y con el afecto que se siente por este país enseguida surgen dos explicaciones: la primera es la irrazonable obsesión por el peronismo, esa ideología tan indescriptible, y sus continuas variantes en medio de permanentes reyertas y el olvido de que en los años cuarenta del siglo pasado surgió como un plagio del fascismo italiano, el endiosamiento del líder y su esposa, Evita la reina del populismo, y lo rescoldos de una demagogia que continúa creyendo en milagros que invariablemente se convertían en frustraciones. Las dos o tres experiencias de gobiernos antiperonistas tampoco consiguieron salvar el mito, más bien incrementarlo creando en su ausencia auténticas supersticiones por sus errores siempre achacables a las vacaciones que los peronistas estaban disfrutando.
El otro problema que asola a la política y economía de Argentina es la corrupción que en un país tan rico bate muchos récords. Una buena parte del dinero que de vez en cuando escasea en los cajeros de los bancos es la evasión tradicional de dinero al extranjero, las ansias en intentos por convertirlo en dólares y es parte de la cultura financiera nacional. La ambición por acumular reservas fuera del caos nacional se agrava por el temor que inspira la inestabilidad económica nacional. Estos días pasados se celebraron unas insólitas elecciones primarias que preceden a las presidenciales. Sorprendentemente, las ganó un candidato casi inédito como insólito. Se llama Javier Millei, exponente de la extrema derecha más radical y revolucionaria. Su propuesta es clave: suprimir la moneda nacional, el peso, implantar el dólar, prohibir el aborto, frenar las inversiones públicas y por supuesto acabar con las 'tonterías' que se contemplan sobre el cambio climático. De momento es el ganador de las PACO -primarias obligadas para todos los partidos- ante las elecciones del 22 de octubre. Una premonición de que el país seguirá siendo víctima de su desquiciamiento. Suficiente para crear un nuevo motivo de frustración para los peronistas masivos y de pavor para los demócratas auténticos que luchan casi siempre ,con poco éxito, por devolverle al país la normalidad pedida hace casi un siglo.
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